El nuevo grupo parte en primera línea en la liberación del ferrocarril de pasajerosmadrid. El gigante público alemán Deutsche Bahn vuelve a golpear primero ante la pasividad de los grandes operadores españoles. Si hace dos años compró el 55 por ciento del operador de mercancías Transfesa delante de las narices de Renfe Operadora y del ferrocarril público francés SNCF (los otros dos accionistas), ahora cierra la fusión con el operador británico Arriva y vuelve a dar otro paso de gigante en el mercado español a la espera de la ansiada liberalización del ferrocarril de pasajeros. Consecuencia de ello, las luces de alerta se han encendido no sólo en la empresa presidida por Teófilo Serrano, sino en otras grandes marcas de transporte como Alsa, Avanza o Continental Auto, absorbidas hace años por operadores extranjeros, según advierten expertos del sector consultados por este periódico. Mercado atractivo Cuando la apertura total del mercado se produzca (el primer paso es el ferrocarril internacional), España será uno de los mercados más atractivos del negocio ferroviario por ser el país con más kilómetros de alta velocidad y por tener corredores tan rentables como Madrid-Barcelona o Madrid-Valencia. Conscientes de ello, los grandes operadores de transporte europeos iniciaron una batalla a mediados de la década para situarse en los mejores puestos de cabeza. El primero en romper el fuego fue National Express, que compró Alsa por 600 millones de euros en octubre de 2005. El gigante británico del transporte completó posteriormente su puzzle en España al adquirir Continental Auto, en ese momento propiedad de ACS, por 660 millones de euros en abril de 2007. La familia Cosmen, dueños de Alsa, que son los máximos accionistas de National Express, intentaron devolver la moneda al gigante británico en el último trimestre del pasado ejercicio lanzando una opa sobre el grupo, pero no lo consiguieron. El otro gran gigante que quedaba en España, Avanza, tampoco pudo escapar al apetito de los grandes inversores europeos y fue comprado por Doughty Hanson en diciembre de 2006 por cerca de 600 millones de euros. Tras estas grandes operaciones, las tres empresas de transporte de viajeros por carretera más emblemáticas del país pasaban a manos extranjeras, quienes fraguaban lentamente en estas operaciones su manera de acercarse a explotar la liberalización del AVE español. Paralelamente a este reparto de poder, otro gran grupo europeo apostó también por España pero con una política de compras más pequeñas y más sigilosa. Arriva fue adquiriendo líneas de autobuses en Galicia, Madrid y Mallorca. Aunque su inicial plan estratégico era mucho más agresivo, sufrió varios varapalos como el fracasado intento de compra del grupo gallego Monbús, donde le obligaron a echar el freno. No obstante, sus operaciones de compra han acabado demostrando que fueron un acierto. En su presentación de resultados de 2009, Arriva señala que facturó 208 millones de libras entre los mercados de España y Portugal, lo que supuso un incremento del 19 por ciento por la compra de los autobuses De Blas en julio de 2008. Además, ha tenido la fortuna de que tanto su concesión de Madrid como las de Mallorca y Galicia han sido prorrogadas hasta los años 2024, 2017 y 2026 respectivamente. A partir de ahora y tras dar la llegada de los nuevos dueños alemanes, Arriva puede adelantar por la derecha en España a Renfe, Alsa, Avanza y Continental sin haberse gastado el dineral de sus rivales.