madrid. Algún banquero italiano ya lo llama sin pudor síndrome de Estocolmo, según The Wall Street Journal. Para el resto del mundo es esa situación psicológica en la que un secuestrado desarrolla una afinidad con su secuestrador que deriva en complicidad con éste. Pero en Italia, es el lastre de los grandes empresarios italianos, que a base de recibir y dar favores al Gobierno durante años para que todo, en concreto las empresas y bancos, quedase en casa, ya no saben cómo acomodarse al mundo globalizado. A uno de sus más encumbrados ídolos, al que hicieron crecer y convencerse de que la tierra de las oportunidades estaba en Italia, le quieren desheredar por traidor. Él, Marco Tronchetti Provera, lejos de venirse abajo, se ha revuelto como gato panza arriba y amenaza con convertir la traición en sacrilegio, dando el control de una de las mayores empresas italianas, Telecom Italia, a un americano y un mexicano. Tronchetti es el hombre que supo estar siempre en el sitio adecuado y en el momento preciso. Su primer matrimonio le dio poder en los negocios, un puesto, que ya no tiene, en el consejo de La Scala, el teatro de la ópera de Milán, y su pequeña participación, de la que se deshizo luego, en el Inter, con palco en el que codearse en cada partido de fútbol con lo más granado de las finanzas italianas. ¿Y ahora qué? Tronchetti es el máximo propietario de Pirelli, el fabricante de neumáticos que tiene el 80 por ciento en la sociedad hólding Olimpia. Ésta cuenta a su vez con el 18 por ciento de Telecom Italia, el antiguo monopolio de telefonía transalpino y una de las compañías que dan empleo a más personas en Italia. Una de las intocables, en fin. Pero a Pirelli se la come la deuda y quiere vender Olimpia.La primera opción fue Telefónica, lo que volvió a hacer retumbar el cielo de Roma, que se oscurece cada vez que un extranjero pretende sacar siquiera a bailar a una lugareña. La española, despechada, se retiró a sus aposentos. Pero Tronchetti no va a dejar que se le pase el arroz a Olimpia y ya le tiene no uno sino dos novios mirando la dote. La estadounidense AT&T y la mexicana América Móvil. El Gobierno quería que Tronchetti vendiese a bancos italianos. Una pandemia europeaHagan un ejercicio. Echen un vistazo a los principales accionistas de las mayores empresas europeas. ¿Esperaban ver a españoles en las firmas con sede en Madrid y galos en las de París? ¿Impensable, verdad? Las compañías europeas tienen accionistas en todo el mundo y sin embargo viven encorsetadas por dinastías industriales y políticas nacionales. Nada es eterno. Tronchetti ya cedió en una de las batallas. Dimitió como presidente de Telecom Italia el año pasado debido a lo que él mismo llamó excesiva presión política por parte del primer ministro Romano Prodi. Y ahora desde Olimpia ha propuesto una lista de consejeros para Telecom Italia en el que no incluye a su sustituto al frente de la teleco: Guido Rossi. Es la guerra. ¿Es un mal sólo de Italia? Piensen en París salvando a Suez de Enel o a España y la oferta de Enel y Acciona, controlada por los Entrecanales, dando al traste con la oferta de la alemana E.ON por Endesa. Porque era míaTronchetti reclama el respeto que cree se ha ganado. Es cierto que todo empezó cuando se casó con Cecilia Pirelli, heredera de la fortuna de neumáticos y cables de Pirelli. Pero en 1992, con el fabricante de neumáticos en serios problemas, la familia echó mano de él para que reviviese la compañía. Cerró 18 fábricas y volvió a colocar a Pirelli como proveedor de vehículos de gama alta como Porsche y Ferrari, además de revitalizar la marca. En el año 2000 vendió dos negocios fundados por él dentro de Pirelli. Uno a Cisco por 1.600 millones de dólares y otro a Corning por 3.600 millones de dólares. Tronchetti se embolsó personalmente 235 millones de dólares. En 2001 lanzó una atrevida oferta de compra por Telecom Italia, una de las mayores compañías, pagando una prima de alrededor del 50 por ciento sobre el precio de mercado. Aquel año dio el primer signo de rebeldía al trasladar la sede de Telecom de Roma a Milán, lejos de la influencia del Gobierno. Pero los atentados terroristas del 11-S en Estados Unidos tumbaron el sector de las telecomunicaciones y Telecom no se logró recuperar. Los problemas de la compañía pesaron en el gestor. Sus aliados dicen que los dejó a un lado cuando cuestionaron sus decisiones. Tronchetti decidió cambiar la estrategia de Telecom Italia reinventándola como grupo mediático. El 7 de septiembre pasado voló a Grecia, donde Rupert Murdoch estaba de vacaciones. En el yate del magnate mediático se intentó fraguar un inicio de acuerdo News Corp-Telecom pero no cuajó. Entonces pensó en dividir Telecom y vender la gran división de telefonía móvil. Prodi se enfadó por no saber nada. ¿Podía el antiguo monopolio caer en manos extranjeras? El 15 de septiembre, Tronchetti dimitió. Y la tormenta... pues en lugar de amainar arreció. A finales de septiembre, la policía arrestó al antiguo responsable de seguridad de Telecom Italia alegando que había dirigido una supuesta red de espionaje telefónico. Tronchetti dijo que él no tenía conocimiento alguno del tema.En un consejo de Pirelli en marzo, Tronchetti se quejó de que el Gobierno estaba interfiriendo en su capacidad de maniobra como principal accionista de Telecom Italia."La quieren de vuelta", le dijo Tronchetti al consejo, refiriéndose al Gobierno, explica WSJ citando miembros del consejo. Y anunció que vendería su participación en Olimpia.De nuevo, el Gobierno se encogió. Temeroso de la entrada de accionistas extranjeros, gente del ejecutivo metió prisa a los bancos italianos para que la participación en Olimpia de Tronchetti pasase a sus manos. Las conversaciones se prolongaron durante varias semanas. El precio es alto.