madrid. Aunque decirlo a bocajarro sea políticamente incorrecto, todo el mundo admite con la boca pequeña que las constructoras están expuestas a los caprichos de los políticos. No en vano, su principal cliente es la Administración Pública y ellas, listas, nunca muerden la mano que les da de comer.Pero tanta pleitesía es un riesgo que las grandes compañías del sector llevan años intentando reducir saliendo al exterior. Un objetivo nada fácil de conseguir en un negocio tan local como éste. De hecho, casi todos los países pecan de un exceso de nacionalismo con sus adjudicaciones de obras públicas.Por eso, las grandes constructoras han apostado por las concesiones y los servicios para crecer en el extranjero. Sin embargo, tras estos proyectos hay importantes contratos de obra que, cautivamente, también terminan en las arcas de los grupos españoles.Ferrovial ha sido la empresa que mejor ha sabido jugar esta carta. Y, además, lo ha hecho en los países menos proteccionistas del mundo: los anglosajones. Una estrategia que lleva labrando cerca de una década y que ahora le asegura un importante volumen de obra en el extranjero. Más inglesa que españolaDesde el pasado verano, Ferrovial puede decir que es más británica que española. La compra del gestor aeroportuario BAA (dueño de Heathrow, Gatwick y Stansted, entre otros), el crecimiento de Amey (dueña de tres líneas del metro de Londres) y la compra de Owen Williams hace un año, y varios contratos de autopistas han permitido al grupo obtener el 45 por ciento de su resultado bruto de explotación en Reino Unido (930 millones de euros), frente al 27 por ciento que representa España (627,5 millones).Estados Unidos y Canadá aportan otro 15 por ciento (348,6 millones) que subraya el perfil claramente anglosajón de la compañía presidida por Rafael del Pino.Todos estos movimientos se han traducido en un fuerte incremento de la cartera de obra internacional, que ha pasado de representar el 25 por ciento en 2005, al 32 por ciento al cierre de 2006. Desde entonces, la compañía española ha sido elegida finalista de las autopistas SH 121 en Texas, cuya construcción exigirá invertir 2.600 millones de euros; y Central Greece, que requiere otros 1.500 millones en obras. Pero el verdadero salto de dimensión llegará de la mano de los aeropuertos británicos. Allí, Ferrovial prevé invertir 13.800 millones de euros en mejoras, muchas de las cuales vendrán de la mano de la construcción de nuevas pistas o remodelación de las infraestructuras actuales.Por ejemplo, en el aeródromo de Stansted Ferrovial ha propuesto levantar una segunda pista cuya obra requerirá un inversión de 1.400 millones de libras (2.000 millones de euros).La otra cara de BudimexPero la metamorfosis de Ferrovial no ha sido gratis. En los últimos seis años, la compañía ha invertido 8.700 millones, de los que el 89 por ciento se ha destinado a autopistas, aeropuertos y servicios. Un salto de dimensión que le permite obtener el 60 por ciento de su beneficio bruto de explotación en las infraestructuras, un mercado siempre necesitado de obras.Sin embargo, este señuelo no es el único camino que sigue Ferrovial para continuar engordando su cartera de construcción. Europa del Este y sus fondos europeos también están en el punto de mira, como ha demostrado salvando de la venta de su división inmobiliaria la actividad en Polonia.En este país, posee el 59 por ciento de la constructora Budimex, líder del sector en Polonia que, ahora, Ferrovial quiere utilizar como trampolín para ampliar su actividad por el Oriente Europeo y diversificar hacia otros negocios. Por ejemplo, para ganar tamaño en el prometedor negocio del agua, Codagua (filial de Ferrovial en este negocio) ha firmado un contrato de colaboración con Budimex para licitar juntos a los proyectos de tratamiento de aguas en el Este. Un matrimonio que ya ha obtenido tres significativos contratos, cuyas obras suman 58,5 millones de euros.