EEUU dice que entre los 65.000 refugiados hay miembros de grupos islamistasEin El Hilweh. El aviso está escrito a mano, precisamente delante del puesto de control: "Los extranjeros no son admitidos sin permiso". Para conseguir la autorización se necesitan al menos siete días, hay que superar las desconfianzas del Ejército libanés y ni aun así está garantizado que se pueda obtener el documento. Ein El Hilweh es demasiado arriesgado para dejar entrar a cualquiera: se trata del mayor de los 12 campos de refugiados palestinos del Líbano, a las puertas de Sidón. El campo más caliente del Líbano alberga 65.000 refugiados (aunque los registrados son sólo 45.000). La mayoría vive en condiciones de miseria en un dédalo de tiendas y chabolas diseminadas a lo largo de dos kilómetros cuadrados. Con blindados y soldados, el Ejército libanés controla todos sus accesos, pero prefiere mantenerse fuera de los límites del campo. Las pocas veces que ha entrado para detener a gente ha salido escaldado. Y es que al otro lado de las barreras se concentra una constelación de grupos armados. Aquí están las fuerzas de Fatah (el partido del presidente, Abu Mazen), su brazo armado (las brigadas de los Mártires de Al Aqsa), los grupos cercanos a Hamás (la Jihad islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina), y Usbar al Ansar o Jund al Sham, células terroristas y ramificaciones de Al Qaeda, según EEUU.Ein El Hilweh es una ciudad Estado dentro de un Estado víctima de la anarquía. Aquí se entrecruzan los intereses de Siria, Irán y las facciones palestinas rivales. Las armas abundan, y se utilizan a menudo. Es el campo al que, a juicio del ministro libanés de Defensa, Elias Murr, acogía células islámicas que estaban planificando un ataque contra el contingente de paz de la Unifil II (de Naciones Unidas).'La Catástrofe'Los palestinos del Líbano son un quebradero de cabeza para todos. Expulsados por las tropas hebreas, en 1948 abandonaron sus aldeas de la vieja Palestina y se trasladaron al Líbano. Son los refugiados del gran éxodo. Los ancianos la llaman Naqba (La Catástrofe), y cuando hablan de ella su rostro se contrae en una mueca de dolor.En las escuelas de la Unrwa (la agencia de la ONU que se ocupa de los refugiados palestinos), los jóvenes lo saben todo de la Naqba y y citan de memoria la resolución 194 de la ONU, que reconoce a los descendientes de los prófugos el derecho a volver a sus casas. Prisioneros en los campos, los padres engendran hijos, y los hijos, más hijos. En casi 60 años, el número palestinos de estos campos ha crecido mucho. ¿Cuántos son? "Nadie lo sabe exactamente. Los registrados son 410.000, de los que más de 200.000 están en los campos de refugiados, pero no todos se encuentran aquí", explica el vicedirector de la Unrwa, Sven Berthelsen. Es decir, son el 10 por ciento de la población libanesa. Más que los drusos u otras minorías étnico-religiosas del Líbano. Pero éstas poseen una representación en el Parlamento, mientras que los palestinos ni siquiera tienen pasaporte. Hasta hace dos años, no podían ejercer 72 profesiones, ni introducir en los campos ladrillos y cemento. De ahí que las ciudades-Estado hayan crecido sin reglas.Las casas hechas de materiales de desecho siguen creciendo hacia arriba, como las plantas en las selvas tropicales. Y los estrechos callejones se tornan cada vez más oscuros. "La situación empeora cada vez más -subraya Berthelsen-. Están más discriminados que los refugiados que viven en Jordania, en Siria o en Egipto. El Ministerio de Trabajo libanés sólo les ha concedido derecho a trabajar en algunas profesiones no sindicadas".Bombas diariasDiscriminados e instrumentalizados incluso por los vecinos países árabes, los palestinos del Líbano no quieren entregar las armas. Por eso, en torno al campo las zonas francas crecen como hongos. Al Taamir, por ejemplo, aparentemente es un montón de casas entre el primer puesto de control y la entrada a Ein El Hilweh. Pero, cuando se cruza, uno desea salir lo antes posible. Lo llaman el barrio de los perseguidos y buscados, de los más extremistas. "Nunca salimos de noche. En las calles explotan bombas todos los días por las continuas luchas entre clanes", afirma el profesor Wahlib.¿Quién manda en Ein El Hilweh? Sólo una persona puede responder a la pregunta. Se llama Munir Maqdah y es una autoridad entre los milicianos. EEUU lo ha puesto en la lista de los terroristas, y es entrenador de kamikazes según los servicios secretos israelíes, que han intentado eliminarlo varias veces. "De nuestros campos han salido cientos de milicianos a Irak. Yo mismo he enviado al menos 30. No ha vuelto ninguno", comenta. Y añade: "En Ein El Hilweb hay 18 grupos de milicianos, 12 de ellos adscritos a la OLP. Nuestros combatientes en el Líbano son 22.000. Aquí son 5.000 bien entrenados. Podemos golpear Tel Aviv cuando queramos". ¿Con misiles de largo alcance? "Lo más importante no son los misiles, sino las piernas de nuestros soldados", dice sonriendo.Sultan Abu Alaynen (representante de Abu Mazen en el Líbano) es más formal. "El que manda aquí es Fatah", señala. "La crisis libanesa nos está perjudicando. Si nos pidiesen ayuda, lo haríamos. Podríamos ser los bomberos capaces de apagar el incendio, sin formar parte del conflicto", aclara. Pero muchos libaneses, más que bomberos ven a los palestinos como los pirómanos. De hecho, los acusan de haber conducido al país a una sangrienta guerra civil (1975-1990).Sin embargo, los jóvenes palestinos son arrogantes. Y no quieren que los extranjeros miren a sus mujeres, aunque van totalmente cubiertas de negro. "Nadie puede venir a cogernos aquí". Lo dicen con rabia y lo gritan en pósters dedicados a los "mártires". El último de ellos es nada menos que Sadam Hussein, en una foto en la que estrecha la mano de Yasir Arafat.