Arrecian los rumores de fusión entre Telefónica y Telecom Italia, pero por ahora no hay nada de nada. Los protagonistas prefieren no darse por aludidos mientras conviven con la calma tensa que flota en el ambiente. Lo cierto es que en ambas corporaciones se digieren momentos convulsos, debido al impacto que las especulaciones proyectan sobre sus respectivas cotizaciones. Como es obvio, las compañías implicadas no realizan comentarios sobre las informaciones que desde Italia anticipan el inminente desembarco de Telefónica en el operador transalpino. En algunos foros aseguran que lo publicado viene a ser "más de lo mismo", sin que aquello erosione los ánimos de puertas para afuera. Otros observadores comparan la situación con el "silencio en la guerra", quizá pendientes de que en cualquier momento se desboquen los acontecimientos. "Cuando el río suena, agua lleva", advierten los mismos, pero sin sustentar el refrán con argumentos de solvencia. A este lado de los Pirineos se percibe la situación con relativo escepticismo, muy lejos del candor que se propaga en cierta prensa italiana de prestigio. De hecho, todo parece indicar que la pretendida fusión todavía está muy lejos de concretarse. Al menos en el corto plazo. Con el ruido de la fusión, Telefónica ha perdido el 5,3 por ciento de su valor desde mediados del pasado enero, mientras que Telecom Italia se ha revalorizado casi el 13 por ciento en el mismo periodo. De todos es conocido que el comprador suele penalizarse en el parqué, mientras que el comprado acostumbra a cotizar al alza. El diario La Repubblica echó ayer gasolina al fuego al publicar que el gobierno italiano se aprestaba a aprobar en breve la fusión entre Telecom Italia y Telefónica a cambio de ciertas garantías. El operador español es el principal accionista de su homólogo transalpino a través de la sociedad Telco, donde atesora directamente el 42,3 por ciento del capital, holding que a su vez controla el 22,5 por ciento de Telecom Italia. De lo anterior se desprende que el grupo español posee indirectamente el 10 por ciento del italiano. El runrún sobre la presunta gran boda de las dos telecos ha saltado a la arena política: en Italia se teme ahora que el futuro dueño del coloso descuide las inversiones en nuevas infraestructuras de telecomunicaciones (fibra óptica) en suelo italiano. El desmentido de la oficina de Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, no se hizo esperar. "No hay una visión favorable del Gobierno, simplemente muchos comentarios, demasiados rumores", sentenció el ministro de Industria, Claudio Scajola. El viceministro italiano de Comunicación, Paolo Romani, reiteró ayer la "preocupación" del Gobierno de Berlusconi ante la posibilidad de que Telefónica y Telecom Italia se fusionen, mientras que la oposición dijo estar "vigilante" sobre el modo en que se resolverá este tema. Por otra parte, en Telecom Italia se respiró ayer de alivio al conocer que la Justicia argentina, en concreto el tribunal responsable de los asuntos económicos, frenó la orden de venta de la participación del grupo transalpino en Sofora (Telecom Argentina). El regulador antimonopolio exigía la salida inmediata en aquella filial, pero esa exigencia ha desaparecido ahora ya que "las firmas extranjeras a las que se obliga a la desinversión no fueron ni escuchadas ni advertidas", resuelve el referido tribunal.