Londres. "Ya lo dije y vuelvo a decirlo: hubiera preferido vender a la pareja Hershey-Ferrero. Pero nunca ha habido una oferta concreta". Roger Carr, 62 años, presidente de Cadbury, acaba de llevar al gigante del chocolate británico a los brazos de Irene Rosenfeld, consejera delegada de Kraft, y a estas alturas parece un poco arrepentido por el desenlace del proceso. "Cadbury no necesitaba a Kraft, pero Kraft si necesitaba a Cadbury". P Warren Buffet tiene otra opinión... R Habla como un accionista decepcionado por el rendimiento de Kraft. La compra de Cadbury ofrece en realidad una gran oportunidad al grupo americano. P También sus accionistas parecen escépticos, ¿querían algo más? R Ha habido dos reacciones. Aquella de la gente común que advierte una sensación de pérdida y aquella de los accionistas que yo represento. Ellos me dieron un gran apoyo y estaría sorprendido si no aprobasen el acuerdo. El precio acordado es un 50 por ciento más alto de lo que era al principio de la operación. Con pocas excepciones, los accionistas están satisfechos. P Al final ha sido una cuestión de precio. Pero usted habló de filosofías diferentes, de diversas políticas empresariales... R Ya dije desde al principio que esta transacción se movía sólo alrededor del valor que se le daba al grupo. Los hedge fund han sido decisivos. En las últimas semanas habían ido acumulando grandes cantidades de títulos y han sentido la presión de quien invierte a corto plazo. Antes de que el partido empezara, el capital de Cadbury estaba al 28 por ciento en las manos de instituciones británicas y al 50 por ciento de entidades americanas. Una anomalía que se explica sólo a través del escaso interés de los inversores ingleses. Al final, los hedge fund tenían más del 30 por ciento del capital y para ellos 800 peniques ya eran suficientes. Sin embargo, para los inversores a largo plazo, el objetivo era de 820 peniques. Por tanto, cualquier oferta alrededor de los 830 hubiera hecho felices a todos. P ¿De verdad usted, en la negociación final del domingo, rechazó los 830 peniques? R Sí, no habría vendido por menos de 850. No pensaba ceder, estaba feliz con ser presidente. Pero mi trabajo es defender los intereses de los accionistas y así llegamos a los 850 peniques, yendo más allá de las sugerencias de los asesores. P El Gobierno de Gordon Brown no estaba muy convencido de que su interés fuese únicamente el de hacer más ricos a sus accionistas.... R El proteccionismo es un mal para el sistema. Trabajamos en el mercado libre y la propia Cadbury, con la adquisición de la norteamericana Adams, fue fruto de esa lógica. Ahora se ha convertido en la víctima, pero sólo porque alguien ha pagado hoy el precio de mañana. Es arriesgado interferir en estos principios. El Gobierno británico centró su atención en una cuestión de interés general, pero si quisiera hacer una elección política, tendría que cambiar las reglas. Yo actué con las normas actuales, que me obligan a vigilar por los intereses de mis accionistas. Si se quiere tutelar argumentando un interés nacional más amplio, que se modifiquen las leyes y yo me adaptaré. No soy un proteccionista. Cadbury tenía que ser vendida sólo si producía una oferta adecuada. La única regla era el dinero. P ¿Piensa que el Gobierno británico seguirá por este camino? R El chocolate cuenta con una imagen de marca muy popular. No me corresponde a mí decir si este sector debería estar más protegido de lo que está ahora. Si quieren cambiar las leyes, que lo hagan, pero la retórica no ayuda. P ¿Cómo se sintió cuando supo que Ferrero renunciaba? R En realidad contaba sólo con una propuesta y tenía que convencer a Kraft de que ofertara contra sí misma. Además la competencia a Kraft nunca se materializó. Había voces, pero nada en concreto. Hablé con Hershey, pero no con Ferrero. Creo que el grupo italiano estaba interesado, pero eran escasas las ganas del patriarca, Michele Ferrero. Él siempre ha preferido el crecimiento orgánico. Si hubiera podido elegir, habría apostado por la combinación Hershey-Ferrero, porque habría creado un actor muy poderoso en el sector mundial del dulce. P ¿Qué ha aprendido de todo este proceso? R Que las normas establecidas favorecen a los depredadores. Por eso cayó Cadbury. En mi opinión se debería aumentar el umbral del 50 por ciento de accionistas necesario por aprobar una adquisición. Si estuviera establecido en el 60 por ciento, todo habría sido diferente. P ¿Qué gana Cadbury con esta operación? R Realmente ganan los accionistas. Cadbury va a ser la parte más activa dentro de la nueva Kraft. Les generará importantes beneficios y acabará imponiendo un nuevo modelo de negocio. Ésta es su oportunidad. P ¿Y Kraft? R Kraft necesitaba a Cadbury, pero Cadbury no. Era una excelente compañía independiente. Sin dudarlo, habría preferido seguir viendo a mi compañía independiente. Tenía la responsabilidad de garantizar a los accionistas un precio alto. Éste era mi principal cometido y lo hice.