La compañía Calvo participa en un programa de rehabilitación de pandilleros procedentes de las 'maras'la coruña. Calvo ha tomado una decisión que pudiera parecer solidaria: ha decidido rehabilitar, con trabajo, a los ex miembros de bandas en El Salvador conocidos como mareros que hasta ahora han vivido desahuciados a nivel de empleo. De este modo, hallan una oportunidad laboral en los muelles de la conservera en Puerto La Unión llegando al punto de que el grupo facilita que muchos de ellos puedan eliminar sus tatuajes. Las bandas de pandilleros se conocen en El Salvador como maras, y en este país existe la idea de quien es marero una vez, lo es para siempre. Ha sido una empresa gallega, la conservera Calvo, quien ha dado ejemplo en los muelles de su planta en este país, en Puerto La Unión, utilizando el trabajo para redimir a medio centenar de estos jóvenes como descargadores e incluso marineros. El grupo llegó a facilitar la eliminación de tatuajes, marcas de guerra de muchos de ellos, aunque tras cinco años de este programa de reinserción, los antaño miembros de bandas ya no lo creen necesario. Se ven un miembro más de la sociedad. Todo comenzó en noviembre de 2002, cuando un empresario local se acercó a Raúl Parada, gerente de la consignataria del grupo, acompañado por un ex-líder pandillero, Ángel Vanegas. Buscaban una oportunidad laboral para un grupo de muchachos, no mayores de 20 a 21 años que se encontraban en un albergue donde recibían alimentos, medicinas o ropa donada, muchos de ellos tutelados por jueces de menores al estar en libertad condicional.Por esas fechas, el grupo Calvo estaba a punto de culminar la construcción de la planta procesadora de atún, y tras conocer la intención de los antiguos pandilleros, Manuel Calvo, hoy consejero delegado de la compañía, dio luz verde a la creación de una cuadrilla especial formada por 50 ex mareros, liderada por Ángel Vanegas. El responsable de Calvo introdujo esta iniciativa dentro del programa de Conciencia Social que el grupo estableció para La Unión.Esta cuadrilla contó al inicio con el rechazo del resto de la plantilla, debido, entre otras cosas, a su falta de experiencia. "Pero se les veía el esfuerzo y el empeño", destaca Raúl Prada, quien decidió seguir apostando por ellos. A los pocos meses, su labor era muy apreciada por los compañeros. Se encontraban integrados, no marginados, e incluso evolucionaban dentro de la empresa: de la estiba, algunos pasaron a ser trabajadores permanentes en la fábrica, y otros se convirtieron en marinos. En este lustro, Calvo ha obrado un pequeño milagro. El Gobierno salvadoreño ha aplaudido esta labor social de la conservera, tal y como reconoce el subcomisionado de la Policía Nacional Civil, Arriaza Cáceres. El grupo gallego cuenta en La Unión con una factoría con una superficie construida de 16.000 metros cuadrados y una capacidad de producción de 65.000 toneladas anuales de lomos de atún. En la actualidad la planta tiene 750 trabajadores, más otros 350 empleados en la estiba, mantenimiento y las tripulaciones de los buques.