Las dos cajas se reúnen por primera vez desde la ruptura para evitar la intervenciónmadrid. Caja Duero y Caja España se sentaron ayer para limar asperezas y poder llevar a cabo su fusión, ante la amenaza del Banco de España de una intervención si antes del miércoles no llegan a un acuerdo. La advertencia surtió efecto y la mesa negociadora se reunió ayer por primera vez desde la ruptura de las conversaciones, la semana pasada. La salmantina Duero no cedió en la petición de la leonesa España de incluir la figura de un negociador, pero sí arrimó el hombro para llegar a un entendimiento. Tal es así que las posiciones ya no son tan distantes y es previsible que hoy los consejos de administración de ambas entidades aprueben el plan de negocio de la operación, tal y como requiere el supervisor. Los miembros de las comisiones negociadoras de Caja Duero (Julio Fermoso, Lucas Hernández, Isaías García Monge, Fernando Rodríguez, Enrique Clemente y Carlos Martínez) y Caja España (Santos Llamas, Javier Ajenjo, Isabel Carrasco y Francisco Fernández) celebraron un encuentro en el Parador de Tordesillas para confeccionar el organi- grama de la nueva entidad. Este punto es el más espinoso y es el causante de que el lunes pasado se rompieran las negociaciones. Al cierre de esta edición, el encuentro aún no había terminado. Reparto de poder Mientras desde Caja España se pide equidad en el reparto de poder, desde Caja Duero se reclama una mayor presencia, de acuerdo con el informe elaborado por la consultora KPMG. Esta última quiere, además, que los servicios centrales y la dirección ejecutiva se instalen en Salamanca. León acogería la sede social y la presidencia. La unión de ambas crearía la sexta caja de ahorros del país, con unos activos superiores a 45.000 millones de euros. Pero la integración requeriría de ayudas públicas. Según las informaciones disponibles, las entidades habrían solicitado al Banco de España un apoyo del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) de 573 millones. La operación supondrá el recorte de 975 empleos, la mayor parte a través de prejubilaciones. Del total, 546 trabajadores pertenecen a Caja España. Al igual que con la plantilla, la unión de ambas se llevará por delante más sucursales de la leonesa que de la salmantina, según el plan de KPMG. De las 253 oficinas que cerrarán, 136 corresponden a la entidad que preside Santos Llamas. Los seis meses de negociaciones no han sido fáciles. Primero Caja Burgos decidió no adherirse al proyecto, a pesar de que las conversaciones estaban ya avanzadas. Después, en plenas Navidades, Caja Duero tensó la cuerda con sus pretensiones inamovibles y se llegó a un desencuentro total. No a integraciones virtuales La idea de la salmantina era buscar socios fuera o dentro de Castilla y León para crear un Sistema Integral de Protección (SIP) -alianza fría o virtual-, al igual que Caja Burgos, que se unirá a CAN, General de Canarias y Sa Nostra. No obstante, el Banco de España y la Junta han avisado de que no autorizarían operaciones de este tipo y que es necesario que Duero y España se fusionen. El retraso en las negociaciones podría aplazar la integración definitiva de ambas hasta verano. En los objetivos iniciales se fijaba principios de primavera como fecha para la unión de los negocios de las dos cajas y el comienzo de la operatividad conjunta.