Salda su implicación en uno de los mayores escándalos contables de Estados Unidosnueva york. Aunque parezca mentira, el fraude que hizo historia en el mundo empresarial estadounidense todavía sigue trayendo cola. La última victima del escándalo Enron ha sido su antigua auditora, Arthur Andersen, que ha acordado pagar un total de 72,5 millones de dólares para acabar de un plumazo con los cargos que pesaban sobre ella por su vinculación a la difunta empresa energética. Después de ser condenada por obstrucción a la justicia en 2002 por la destrucción de información privilegiada relacionada con Enron, Arthur Andersen tuvo que cerrar gran parte de sus oficinas y desde entonces ha buscado alcanzar un acuerdo monetario con los inversores de Enron, ávidos por recuperar hasta el último centavo de la energética. Cabe recordar que cuando Enron entró en bancarrota en diciembre de 2001 su valor de mercado alcanzaba los 68.000 millones de dólares. Finalmente, la semana pasada la juez del distrito, Melinda Harmon, daba desde Houston su autorización al acuerdo después de que los abogados de los accionistas de Enron llegaran a la conclusión de que esta sería la máxima cantidad a alcanzar de la firma de contabilidad, que pasó de tener una fuerza laboral de 85.000 personas por aquel entonces a los 200 empleados con los que cuenta en la actualidad.