MADRID. Oficinas más pequeñas, con diseño compacto y transformables. Esa es la fórmula que propone el arquitecto Íñigo Amézola para el diseño de la nueva hornada de oficinas que surja del proceso de reestructuración financiera. Amézola, que se ha encargado del diseño del interior de las 14.000 sucursales del Santander y que ha participado en varios trabajos de un ingente número de cajas de ahorros, lo tiene claro. Una oficina más pequeña es más barata, su adquisición o alquiler es menos costoso. "La mayor parte de las sucursales es un patio grande que sólo se llena diez días al mes con unas colas enormes que provocan rechazo al cliente y que el resto de los días da la sensación de una espacio vacío y frío", relata el arquitecto, que aboga por hacerlas más funcionales y adaptadas a las necesidades de cada barrio en función de los clientes. Este arquitecto, que trabajó con Ricardo Bofill, comenzó a volar solo en 1993, después de ganar el concurso para un diseño de Deutsche Bank. Una de los últimos diseños con su firma es el de Cajamar, aunque no hay que descartar que su próximo cliente sea el grupo de CAN, Canarias, Sa Nostra y Burgos.