Quieren que participen en el concurso de privatización del nuevo tren rápidomadrid. Los ferrocarriles franceses han volado al encuentro de las constructoras españolas. Fue el pasado mes de enero cuando el gestor de infraestructuras galo llamó a la puerta de la patronal Seopan, pidiéndole un encuentro con lo más granado del ladrillo español. Rauda, esta organización preparó un encuentro con directivos de Ferrovial, ACS, FCC, Sacyr y Acciona, entre otros.Todos quedaron asombrados ante las magnitudes del proyecto que venía de Francia: un tren de alta velocidad que recorrerá más de 300 kilómetros, entre Burdeos y Tours, cuya puesta en marcha exigirá invertir entre 4.500 y 5.500 millones de euros..., ¡y que pasará a manos privadas mediante una concesión! Demasiado goloso para darle la espalda.Proyecto público-privadoHace una semana, las autoridades galas publicaron los pliegos de precalificación de este concurso. Una documentación que rápidamente adquirieron Cintra y FCC, según han reconocido a elEconomista. ACS y Acciona también quieren estudiar la propuesta; mientras que Sacyr deja en manos de su participada Eiffage esta labor.Pero todavía es pronto para lanzar las campanas al aire. Durante los próximos tres meses, todas las compañías interesadas analizaran a fondo los pros y contras de este ambicioso concurso. Una competición que exige buscarse aliados para hacer frente a las multimillonarias cifras del contrato.El 31 de mayo es la fecha límite para presentar ofertas por los dos tramos en que se dividirá la infraestructura (ver gráfico). El primero, que conectará Burdeos con Angulema, tendrá una longitud de 130 kilómetros que empezarán a construirse en 2008 y estará operativos cuatro años después. El segundo tramo recorrerá los 200 kilómetros que separan Angolema de Tours, y su puesta en servicio está prevista para 2017.El ganador se convertirá en socio del Estado francés durante un máximo de 65 años, ya que las autoridades galas han optado por la fórmula público-privada para abordar esta ambiciosa obra. Además de construir la infraestructura, la catenaria (conexión eléctrica que circula por encima de los trenes) y la red de comunicaciones del futuro AVE; el concesionario diseñará, mantendrá, gestionará y financiará todo el proyecto. La única responsabilidad que no será transferida al socio privado es la seguridad de la vía, que continuará en manos públicas.Pero las compañías españolas no estarán solas en la pugna por este suculento contrato. Francia es un país de grandes grupos de infraestructuras, como Bouygues, Vinci y Eiffage, que previsiblemente intentarán llevarse un trozo del pastel. Además, cada vez más entidades financieras intentan hacerse un hueco en el mundo de la gestión de infraestructuras.El banco australiano Macquarie es el paradigma, seguido por el estadounidense Goldman Sachs. Mientras que los españoles Santander, BBVA y Caja Madrid también están demostrando un gran dinamismo en este negocio.