madrid. Vuelve el Imperio Romano. El nuevo César se llama Fulvio Conti y es el consejero delegado de Enel, el gigante energético transalpino dispuesto a parar los pies a las hordas alemanas. Ha venido a la provincia de Hispania para expulsar a Wulf Bernotat, el presidente y primer ejecutivo de E.ON. Vini, Vidi, Vinci, aseguran victoriosos los italianos. Tras conquistar el 22 por ciento de Endesa, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero les aclama desde las tribunas del anfiteatro. Nadie podía imaginárselo, pero la solución española que vaticinó el ministro de Industria, Joan Clos, es ya una realidad. Roma y Madrid unirán sus fuerzas: Enel se aliará a Acciona y Bernotat tendrá que retirarse a Düsseldorf o quedarse con las sobras.Pero, ¿quién es este nuevo gigante que ha cruzado el Mediterráneo para salvar a Endesa? Enel es una empresa controlada por el Estado Italiano -el Ministerio de Economía tiene una participación del 21,4 por ciento y la entidad financiera de carácter público Cassa Depositi e Prestiti otro 10,2 por ciento-, aunque eso no levante ahora ningún tipo de suspicacia. El Ente Nazionale per l'Energía Elettrica (Enel), cuenta con una capacidad de generación de 53.000 megavatios y tiene 32 millones de clientes repartidos entre Europa y América. Con unos ingresos de 34.000 millones de euros y 52.000 empleados está presente en el mercado español a través de su filial Enel Viesgo, que compró precisamente a Endesa en 2001, y comparte con Fenosa la sociedad de energías renovables Eufer. A la segunda va la vencidaEn octubre del año pasado, el Ejecutivo español sondeó ya a la italiana para que comprara un 15 por ciento de Endesa, pero en aquella ocasión la compañía declinó la invitación -su objetivo era la compra de Fenosa-, alegando que prefería una empresa de menor tamaño para gestionar sólo. Nadie podía sospechar entonces que acabaría aceptando participar como socio financiero para frenar a E.ON, pero lo ha hecho.La eléctrica alemana es mucho más joven. Nació en 2002 como consecuencia de la fusión de las eléctricas Veba y Viag y la alianza posterior con Ruhrgas. Desde entonces, ha centrado su estrategia en salir a comprar al exterior para engordar sus actividades de gas y electricidad por Europa. ¿Y cómo paga? Vende sus negocios no estratégicos y con ese dinero financia sus adquisiciones. Como todo imperio, E.ON tiene un orden dentro de su corte. La compañía se divide en cinco unidades en función de las zonas geográficas. Una de ellas es la división de Reino Unido, otra la de Escandinavia, Europa Central y la cuarta está fuera del Viejo Continente. El último área se centra en el negocio de gas paneuropeo. Si hubiera logrado hacerse con Endesa, habría creado un gigante mundial de la electricidad con una cartera de clientes de más 50 millones repartidos en 30 países, el valor de negocio superararía 130.000 millones de euros, las ventas de electricidad sobrepasarían 600 teravatios (Twh) y las de gas más de 900 (Twh). La plantilla sumaría 107.151 empleados. Al contrario que su rival italiana, E.ON no está controlada por el Estado, pero tampoco le falta una participación de carácter público. Y es que el Estado de Baviera tiene el 4,96 por ciento de las acciones.¿Y Endesa?Pero ¿qué secreto guarda Endesa para despertar tantas pasiones? Fundada en la época franquista, en 1944, con un perfil estatal, la primera eléctrica española tiene una dote más que atractiva con joyas repartidas por España, Portugal, Latinoamérica y Europa. Su carácter público empezó a perderse a partir de 1988, cuando el Estado puso en venta un paquete en el mercado, un proceso que terminó en 1998. La empresa creciendo a un ritmo vertiginiso con la adquisición de pequeñas rivales como Electra Viesgo, Fecsa o Sevillana. Una vez ya engullidas las españolas, Endesa cruzó fronteras. Lo primero que hizo fue meter la cabeza en Electricidad de Argentina y a partir de ahí empezó una carrera hasta reunir una dote muy apetecible para una empresa cuyo negocio latinoamericano es cero, como es el caso de E.ON.