La ciudad italiana es un museo vivo de vestigios artísticos y costumbres muy mediterráneasNo resulta apta para turistas pusilánimes. La complejidad y vitalidad de sus calles están muy por encima de la leyenda de inseguridad. Es la última ciudad que exhibe sin pudor la exuberancia mediterránea del ruido, la tertulia en la calle y el barroco más puro. Una caminata por las calles napolitanas propicia el encuentro con el pasado: romano, francés y también español. Spaccanapoli. Así llaman al casco antiguo, un dédalo que suele recorrerse a partir de piazza cavour y cuyos ejes más interesantes son las calles Benedetto Croce, San Biagio dei Librai y Vicaria Vecchia. La riqueza decadente de palacios históricos se alterna con tiendas de orfebres, en un trasiego continuo de napolitanos parlanchines. el museo arqueológico tiene una magnífica colección grecorromana. Lungomare. Este segundo itinerario incluye el borgo marinaro, uno de los barrios más característicos. el castel dell'ovo preside un paisaje fantástico, con Capri al frente y el Vesuvio distante. En las vías Caracciolo y Partenope se levantan lujosos hoteles frente al mar. Así se llega al pequeño puerto de santa lucia, con sus barcas de atrezzo y restaurantes típicos, hasta que acaba uno harto de escuchar la más famosa canzonetta napolitana. Ciudad soterrada. Bajo la iglesia de San Pablo, en San Gaetano, 68, se encuentra el acceso al acueducto romano, de 170 kilómetros de extensión, que durante la II Guerra Mundial fue utilizado como refugio antiaéreo. También hay que visitar las catacumbas de San Gennaro, anchas galerías que resumen los orígenes del cristianismo en la península, que daría a la ciudad incontables iglesias de todas las épocas y estilos. La más interesante es la capilla de Sansevero, también llamada pietatella, una maravilla barroca con dosis macabras. Hora de comer. La pizza es el invento culinario más propiamente napolitano, que todo lo debe a la tardía adopción del tomate. Se dice que la más auténtica se sirve en la antica pizzeria dell'angelo (Pia-zzetta Nilo, 16) y que la variante Margherita fue inventada en bellini (vía Sta. Maria di Costantinopoli, 80). Aquí se encuentra uno de los cafés con más solera de Italia, el gambrinus (via Chiaia, 1-2).