Madrid. Una noticia encendió ayer el convulso escenario italiano: La Caixa compra el dos por ciento de Autostrade. En cuestión de segundos, se empezó a especular sobre todo tipo de enredos, cuyo desenlace era siempre el mismo: la entidad catalana está tomando posiciones ante el inminente desbloqueo del matrimonio entre Abertis y Autostrade.Pero la realidad era otra. La Caixa construyó casi toda este paquete accionarial entre abril y junio de 2006, cuando la aparcada fusión todavía tenía muchos visos de salir adelante. Este año, la sociedad catalana sólo ha adquirido el 0,01 por ciento de Autostrade. Un pequeño movimiento que, sin embargo, le ha obligado a hacer pública su participación y que puede anticipar cambios en la mayor operación de las autopistas.Además, esta nueva participación contrasta con los compromisos que adquirió La Caixa el pasado verano. Justo cuando estaba construyendo su cartera del 2 por ciento, acordó con los italianos vender a un inversor trasalpino el tres por ciento que habría tenido seguido en manos de los socios españoles si Abertis y Autostrade hubieran consumado su matrimonio.En esa coyuntura, La Caixa también habría podido vender este dos por ciento, con unas jugosas plusvalías. Este baile de participaciones lleva a pensar que el objetivo iniciald e la entidad catalana era puramente financiero. Pero la compra de otro 0,01 por ciento hace apenas una semana puede cambiar el análisis. Sobre todo, porque la aparcada fusión ha ganado brío en las últimas semanas.Primero fueron las declaraciones de varios miembros del Gobierno italiano; después, diversos pronunciamientos del entorno de Autostrade; hace apenas 20 días, Josep Martínez Vila, director general de Gestión Corporativa de Abertis, aseguró que la unión debería producirse este año; y ayer, un portavoz del Ejecutivo transalpino subrayó que "si Abertis quiere intentar fusionarse con Autostrade, y cumplen las regulaciones, podrán hacerlo".Pero este baile de buenas palabras sigue sin garantizar el matrimonio ente Abertis y Autostrade. Una operación cuya morfología puede cambiar significativamente según cómo evolucione el crispado escenario político transalpino, cuya partida más importante está en el futuro equipo de Gobierno.Abertis está a la expectativa de conocer quién formará el nuevo Ejecutivo de Prodi y, sobre todo, si Antonio Di Pietro sigue al frente de la cartera de Infraestructuras. El magistrado del caso Manos Limpias ha sido la bestia negra de la fusión, un matrimonio que podría haber llegado a buen puerto si hubiera estado al frente otro ministro.Además, la concesionaria catalana ha estado en la mente de Prodi y José Luis Rodríguez Zapatero en los dos encuentros que han mantenido en los últimos meses. Acercamientos que pueden favorecer al grupo catalán, pero no le garantiza el triunfo. Sobre todo, si se mantiene el nuevo marco tarifario, marcado por Di Pietro.