En 2006, los americanos fueron los mayores consumidores de ChiantiFLORENCIA. Los viticultores del Chianti classico lo han bautizado como el año del cambio. Se entiende el porqué, hojeando un informe de Anteprima Chianti classico, en el que se demuestra que la vendimia del año 2006 fue de las mejores y que las exportaciones crecieron un 20 por ciento en los dos últimos años, para alcanzar el 73 por ciento del producto total, es decir 36 millones de botellas de vino.Llama la atención también el hecho de que un único país -Estados Unidos-, con 10,8 millones de botellas (el 30 por ciento), se haya convertido en el mayor consumidor de Chianti classico, superando a la propia Italia, que se contenta con 9,7 millones de botellas.Para conseguir este triunfo, los viticultores toscanos pusieron en marcha una serie de iniciativas que les condujeron a alcanzar una profunda sintonía sobre las estrategias comerciales y promocionales sin parangón en el pasado. Una sintonía que condujo a la decisión de los consorcios del Chianti classico de unir fuerzas, adoptando, tras años de disputa y divisiones, un único símbolo -el gallo negro- como expresión de todo el territorio del Chianti classico. La luz verde al símbolo del gallo negro retrotrae a la vieja disputa entre el Consorcio y la californiana Gallo Winery que, hace una década, concluyó con la derrota de los toscanos. Entonces, quedó establecido que el Chianti no podría utilizar la denominación gallo negro, pero sí retomar el gallo como símbolo icónico. Y eso fue lo que se decidió hacer, reproduciendo la imagen en los cuellos de las botellas.El símbolo fue adoptado por todas las empresas -más de 600 productores-, incluidas las que no están asociadas al Consorcio, pero que también producen Chianti classico. Pero, en la práctica es una sola la más representativa a nivel mundial. Se trata de Antinori, la empresa vitivinícola con 128 millones de euros y 16,5 millones de botellas. Y Antinori no forma parte del Consorcio. El mercado vitivinícola está cambiando en el mundo, en Italia y en Toscana, donde se está afianzando una nueva visión de la política de consenso y de promoción compartida.