madrid. Todo queda en casa. Eso han conseguido los socios locales de Aguas de Valencia, al unir sus fuerzas en una nueva sociedad que controlará la joya hidrológica de la Comunidad. Banco de Valencia, Grupo Boluda, Fomento Urbano de Castellón y Lubasa han desempolvado el clásico de Fuenteovejuna para alcanzar una vieja aspiración: asegurar la valencianidad del grupo.Y lo han hecho en un momento especialmente sensible. Por una parte, el quinto accionista de referencia del grupo, la francesa Saur, es presa fácil de cualquier depredador del mercado. Su actual dueño, la firma de capital riesgo PAI Partners, ha sacado a pasear el cuadernillo de venta del grupo (antigua filial del gigante Bouygues) con el objetivo de venderlo a cualquiera que ponga sobre la mesa 1.900 millones de euros.Por otro lado, el negocio de agua está en plena ebullición, en gran parte, debido al creciente interés de los grupos de infraestructuras por posicionarse en este mercado. Y ya han demostrado, con creces, que cuando quieren algo nadie les para.Esta doble realidad ha llevado a los socios valencianos a mover ficha rápidamente. Aunque en los pasillos de la Generalitat siempre ha estado el run run de que había que garantizar el poder local del grupo, la venta de Saur ha precipitado todo.No podían permitirse el lujo de abrir la puerta a un nuevo socio dispuesto a mover todos los hilos posibles para hacerse con el grupo. Aunque Saur sólo controla el 33 por ciento, la división del núcleo valenciano en cuatro accionistas era un riesgo. Cualquiera de ellos podría caer en la tentación de vender sus acciones al nuevo dueño ante una suculenta oferta. Una amenaza que ya vivió la compañía hace una década, justo antes de que la francesa vendiera a Boluda un once por ciento del capital.Suma de interesesConscientes de este peligro, los cuatro socios valencianos han decidido aparcar sus diferencias en la nueva sociedad Inversiones Financieras Agval, donde integrarán el 57,4 por ciento que controlan conjuntamente de Aguas de Valencia. Esta firma, además, aportará la ansiada estabilidad del grupo, ya que incluye un pacto de accionistas.Ahora, la duda radica en qué miembro del núcleo duro llevará la voz cantante. Un reparto de poderes que no tiene por qué corresponderse con el peso dentro del capital. Según este criterio, el adalid sería Banco de Valencia, que controlará el 33,43 por ciento de la nueva Aguas de Valencia, frente al 26,25 por ciento de Fomento Urbano de Castellón, el 20,02 por ciento de Grupo Boluda, y el 17,22 por ciento de Lubasa. Además, la CAM controlará un 2,69 por ciento a través de SBB Participaciones; mientras que la castellonesa Becsa tendrá el 0,36 por ciento.No obstante, la diplomacia también jugarán un importante papel de cara al futuro del grupo. Una habilidad que podría determinar el definitivo reparto de poderes.