Mittal Steel ha invitado al magnate francés a su consejo para que le facilite la opa a Arcelorparís. ¿Qué tienen en común Lakshmi Mittal y François Pinault, aparte de ser inmensamente ricos? Tanto el patrón del grupo siderúrgico Mittal Steel como el fundador del imperio de la gran distribución y el lujo PPR salieron prácticamente de la nada y, en sus comienzos, Pinault padeció el mismo esnobismo del "establishment" de su país que sufre ahora Mittal en Europa. Eso explica tal vez que el magnate francés haya aceptado la invitación de Mittal a formar parte del consejo de administración de su grupo, una maniobra con la que el empresario anglo-indio espera mejorar su imagen entre los accionistas de Arcelor y allanar el camino de su controvertida opa sobre el grupo siderúrgico europeo.Avalando a Mittal, Pinault, de 69 años, desentona decididamente con el patriotismo económico que impera estos días en su país. Pero es que al propietario de los almacenes Printemps, las tiendas Fnac, la casa de subastas Christie's o el grupo Gucci no le ciega el amor por la patria, como demostraba a finales de abril al inaugurar su fundación de arte contemporáneo en el Palazzo Grassi de Venecia, otrora escaparate cultural de la Fiat. Figura emblemática pero atípica del capitalismo francés, Pinault es de origen bretón, hijo del dueño de un pequeño aserradero, sin más título que el permiso de conducir cuando empezó su andadura empresarial. Con el respaldo de su primer suegro pasó de la serrería a la compra y venta de madera, antes de convertirse en un asiduo de los tribunales de comercio para adquirir negocios en quiebra -no menos de 60 empresas entre 1975 y 1984- que luego volvía a vender con sabrosas plusvalías. El imperio que hoy se le conoce -y cuyas riendas ha entregado ya a su hijo François-Henri- lo consiguió con el respaldo del banco Crédit Lyonnais y a base de una mezcla de olfato, audacia, brutalidad y poder de seducción en los años 90, pero es sólo la punta del iceberg. El grueso de su fortuna está en el holding Artémis, que controla entre otros las bodegas Château-Latour y una próspera rama norteamericana nacida de la compra de "bonos basura".En la noche de las elecciones de 1995 que llevaron a Jacques Chirac al Elíseo, los franceses descubrieron hasta qué punto el muy discreto Pinault era íntimo del nuevo jefe del Estado cuando el coche presidencial, seguido por las cámaras de televisión, se detuvo ante la residencia parisiense del empresario. Fue allí donde la esposa de Chirac, Bernadette, celebró el triunfo, mientras su marido se dedicaba a los baños de multitudes. Su amistad se remonta a principios de los años 80. Pinault aceptó entonces comprar una empresa que amenazaba con cerrar en la circunscripción electoral de Chirac, un tipo de favor que repetiría más veces y que le ayudó sin duda a entrar en la esfera de los grandes empresarios que durante tanto tiempo le habían ninguneado. Su amigo el ensayista Alain Minc dice de él que es un "anti-burgués" y él cree que tiene razón. "Tiene que ver con humillaciones de juventud. Nunca me ha gustado la gente instalada en sus certitudes, en su confort, y que muestra cierto desdén o desprecio hacia los demás", explicaba Pinault recientemente en una entrevista sobre su colección de arte, dando quizá la clave de su solidaridad con Mittal.