Los gestores del sistema eléctrico lograron superar el reto con éxito porque el seguimiento fue reducidomadrid. Hay ocasiones en las que las protestas, por motivadas que sean, pueden volverse en nuestra contra. El pasado jueves, con el apoyo de las instituciones oficiales e incluso de alguna compañía eléctrica como Unión Fenosa, tuvo lugar una protesta por el cambio climático que consistía en apagar la luz durante cinco minutos.Pese a la coherencia de algunas empresas, la energía más limpia es la que no se consume, la situación creó una gran incertidumbre entre los operadores del sistema eléctrico europeos, que no podían prever el seguimiento de la protesta ciudadana. La patronal Unesa también advirtió del riesgo.El objetivo de la reivindicación es incuestionable, máxime después de conocerse el informe de la ONU sobre el cambio climático, pero el método suponía poner en una tesitura innecesaria al sistema eléctrico, con una caída y subida de potencia en muy poco tiempo.La situación se vivió con preocupación en Red Eléctrica. El presidente de la compañía, Luis Atienza, tomó los mandos de la situación y supervisó personalmente la evolución de la misma.El operador había puesto en marcha un dispositivo para asegurarse que no se producía ningún problema. Finalmente, el seguimiento ciudadano fue escaso, apenas un 2,5 por ciento de la demanda eléctrica, algo más de 1.000 MW de los 40.000 MW de consumo. La suerte de los operadores es que las grandes empresas no se sumaron al corte y los hogares no hicieron un corte total, es decir, apagar frigoríficos y otros electrodomésticos.Para resolver la situación, se da la incoherencia de que las centrales no pararon -siguieron por lo tanto emitiendo CO2- y además se tuvo que consumir más agua.