Tiene 38 años y desde los 30 es director general de Barceló Viajes. Antonio Cursach es un hombre cercano, pero directo y escueto, una característica que sin duda le ha ayudado a alcanzar tan joven la cumbre de uno de los principales grupos turísticos españoles. Responde a las preguntas de elEconomista con entusiasmo, pero sin usar una palabra más de las necesarias. Eso sí, la pasión por su trabajo se filtra por cada frase que dice. P ¿Cómo fueron sus comienzos en Barceló Viajes? R Entré en la compañía en 1992, después de la mili, cuando no tenía muy claro qué hacer. Lo hice al mismo tiempo que estudiaba y a pesar de los consejos de mi padre, que llegó a ocupar un alto cargo dentro de Barceló. P Entiendo que tenía otros planes para usted, ¿no? R Sí, quería que fuese piloto y que aprovechara para estudiar otra carrera. Tengo que reconocer que, por aquellos tiempos, ese plan tenía mucha salida, pero decidí seguir mi camino y no le hice caso. Al fin y al cabo, no me ha ido del todo mal. P Para asombro de muchos, díganos, ¿a qué edad se convirtió en director general? R Tengo ahora 38 años y llevo ocho en el cargo. P ¿Y qué opina ahora su padre? R No exterioriza mucho sus sentimientos, pero creo que está orgulloso. P Aunque no habrá sido todo un camino de rosas, ¿qué dificultades tuvo alcanzar su cargo tan joven? R La verdad, me ha costado desligarme de la imagen de ser hijo de. P Después de empezar a trabajar volvió a dedicarse a los estudios... R Sí, mucho después. Hace un par de años, de hecho, cursé un programa de dirección general en el Iese, en Madrid. P Casi todo el mundo que ha frecuentado una escuela de negocios habla de ella como de una experiencia única. R Y yo me apunto a ese partido. Llegué al Iese con mi bagaje de director deneral de un único negocio. Esa experiencia me aportó la visión de mis compañeros, que gestionaban muchos otros negocios en diferentes sectores. Además, pude contar con profesores de primer nivel, entre los que estaban José Manuel Campa, que acaba de ser nombrado secretario de Estado de Economía, y Eduardo Ballarín, que lamentablemente falleció hace poco más de un mes. Otro aspecto de valor de esta experiencia han sido las relaciones con los compañeros, de ésas que duran toda la vida. P Parece obvio que entre sus aficiones estén los viajes... R Efectivamente, me encanta viajar. El caso es que tengo tres hijos, dos chicas de doce y nueve años y un chico de tres. Lo cierto es que con los críos no lo hago tanto como me gustaría. El último viaje de placer lo hice en fin de año: fui a Laponia con mi mujer, mis hijos y la familia de mi hermano. P ¿Apuesta por un trato cercano a sus empleados? R Claro, es imprescindible. Además, yo mismo he sido cocinero antes que fraile y no tengo por qué distanciarme de mis compañeros ahora que soy director general.