Todos los años se repite la misma situación. En enero confluyen dos fuerzas en los mercados: los dividendos de las empresas y el incremento del dinero que mueve la bolsa. ¿Hay alguna relación entre ambas? Sí: el 'lavado de cupón', una artimaña a la que recurren los grandes inversores. Por Pedro CalvoEl programa siempre se activa en las mismas fechas. En cuanto llega la temporada en la que las empresas premian a sus accionistas con el pago de un dividendo, una práctica que principalmente se concentra en enero y en los meses de junio y julio, los grandes inversores particulares e institucionales compran el detergente, conectan la lavadora y se dedican a limpiar esos dividendos. ¿Cómo es eso? ¿Qué tiene que ver la colada con la bolsa? Pues, en varios momentos del año, bastante. Técnicamente, ese modo de proceder se llama lavado de cupón, una práctica extendida en los mercados pero que pasa de puntillas, de forma opaca y sin que prácticamente nadie quiera ya no sólo referirse a ella, sino incluso reconocer su existencia. Es un tema tabú. Pero existe. "Es una práctica que sigue vigente en el mercado", confirma el asesor jurídico de una entidad financiera. Trabajo limpio¿En qué consiste realmente esta operación? El objetivo último es regatear a Hacienda. En España, el fisco retiene desde este año un 18 por ciento a los inversores por los dividendos que reciben. Este hecho es el que mueve a los grandes accionistas a tratar de evitar el paso por la ventanilla de turno. Y lo hacen del siguiente modo. El primer paso consiste en desprenderse de los títulos (por ejemplo a un precio de 10 euros) en los días previos al abono del dividendo. ¿A quién se los venden? A inversores que, por el motivo que sea, no están sujetos a la obligación de pagar el 18 por ciento por ese mismo dividendo (que, siguiendo con el ejemplo, puede ser de 0,5 euros). En este sentido, por ejemplo, España tiene convenios con determinados países por los que los accionistas de éstos no deben afrontar ese 18 por ciento, sino una tributación inferior. Por lo tanto, es ese segundo inversor el que posee los títulos en la fecha en la que se desembolsa la retribución anunciada, por lo que es el que tiene derecho a recibir esa cantidad. Cuando pasa ese día, el primer inversor vuelve a hacerse con esas mismas acciones (en este caso, a 9,5 euros, porque hay que restar la cuantía del dividendo al precio inicial), tal como había acordado previamente. ¿Qué beneficios obtienen ambos con esta estrategia? El segundo ingresa 0,5 euros por acción con una retención menor o sin retención alguna; y el primero puede recomprar más baratos (9,5 euros) unos títulos que días antes había vendido por una cantidad superior (10 euros) y sin enfrentarse a Hacienda. "Las dos partes salen ganando. De alguna forma, se reparten las ganancias derivadas de esta práctica", apunta el citado asesor jurídico. Efectos secundariosLa cuestión reside en que el lavado de cupón lleva aparejados otros efectos que influyen en el conjunto del mercado. El más evidente es que multiplica el dinero que mueven los parqués, puesto que los inversores que participan en el proceso tienen tamaño suficiente para ello. Basta con ver las cifras de negociación que está registrando enero, en el que ya han repartido dividendos 16 de las empresas del Ibex 35. En el conjunto de las quince sesiones celebradas hasta la fecha se han movido más de 90.000 millones de euros en los parqués españoles, lo que equivale a una media diaria de 6.150 millones de euros. Si estas cifras se mantienen, se alcanzará la contratación mensual más alta de la historia. La vinculación entre los dividendos y la negociación se está reflejando con total nitidez en las últimas sesiones. Un ejemplo concreto se vivió ayer, cuando se movió más de un 3 por ciento del capital de BBVA fuera del mercado abierto -ver página 17-. La entidad había pagado su dividendo el pasado 10 de enero, y parece que las acciones tomaron ayer el camino de vuelta ya limpias tras el correspondiente lavado. Este hecho sirvió para que, además, la contratación diaria se disparara hasta los 10.471,8 millones de euros, la tercera más alta de todos los tiempos en las bolsas españolas. Aunque los parqués siempre agradecen que haya liquidez, sobre todo cuando la tendencia de fondo del mercado es alcista, ese incremento de la negociación resulta ficticio. Primero, porque las compraventas no responden a noticias o expectativas empresariales, sino al interés de los inversores por esquivar a Hacienda. Y segundo porque el lavado de cupón se lleva a cabo a través de operaciones cerradas y convenidas -los denominados bloques y operaciones especiales- entre ambas partes, que es lo que ocurrió ayer en BBVA, sin que nadie más forme parte de ellas. Ambas consecuencias generan un ruido que puede agitar temporalmente la cotización de los valores lavados, algo que sí repercute en el resto de los poseedores de acciones de esas compañías. Sin embargo, y pese a estas consecuencias, el tema sigue siendo tabú.