madrid. Lo que le está pasando estos meses al Grupo Volkswagen, el consorcio automovilístico europeo de mayor tamaño (vende 5,19 millones de vehículos y emplea a casi 345.000 personas en todo el mundo), más que para un reportaje da para escribir un libro. Es difícil que a una compañía le ocurran tantas cosas en un solo ejercicio, con cambios de presidente de grupo, de marcas, de estrategia, de plantilla y de objetivos. Volkswagen quiere mejorar sus cifras, empezando por los 1.120 millones de euros de beneficio neto que registró el año pasado (en el año 2001 había ganado casi 3.000 millones). Sin embargo, no es el mejor por momento para la industria: los mercados más importantes para las marcas están muy desarrollados y es difícil que sus ventas crezcan. Además, los emergentes (Europa del Este, China, India...) están creciendo a un ritmo muy rápido, tanto en ventas como en producción, con lo que el gigante alemán está dando un importante giro a su estrategia industrial y comercial para volver a ser fuerte.El movimiento más significativo es el de su presidente, Bernd Pischetsrieder, que dejó el cargo al terminar el año pasado para dar paso al entonces presidente de Audi, Martin Winterkorn. Parece ser que el Consejo de Vigilancia no está contento con el modo en que llevaba a cabo la reestructuración de la compañía, que amenaza con recortar 20.000 empleos en Alemania y retocar la estructura industrial de varias de sus plantas en Europa. El choque frontal fue con los trabajadores, que tienen representación en el consejo y quienes no parecen estar dispuestos a pasar por alto la criba. También es cierto que Pischetsrieder no mantiene una buena relación con su antecesor y actual presidente del Consejo de Vigilancia del grupo, Ferdinand Piëch. Sin embargo Pischetsrieder no abandonará la compañía, sino que presumiblemente vigilará muy de cerca el proceso de unión entre el fabricante de camiones alemán MAN y el sueco Scania, en los que el grupo tiene una importante participación.Como consecuencia lógica se produjo el segundo gran cambio, la sucesión. El grupo alemán ha decidido poner al mando al presidente del grupo de marcas Audi, Martin Winterkorn, avalado por un excelente trabajo, habida cuenta de que su marca está disparando sus resultados económicos y de ventas, y las buenas cifras siempre convencen a consejos de administración e inversores. Audi queda ahora en manos de uno de los hombres de Winterkorn, Rupert Stadler, que precisamente fue confirmado en el cargo por el Consejo de Supervisión de Audi la semana pasada.Este cambio ha provocado la reacción casi en cadena de la salida del presidente de la marca Volkswagen, Wolfgang Bernhard, del Consejo de Administración y de la propia compañía. En primer lugar, Bernhard no tiene una buena relación con Winterkorn. Además, el nuevo presidente ha anunciado la disolución de los grupos de marcas que había hasta ahora. Hasta este momento, el Grupo Volkswagen se distribuía en dos grandes áreas: las de representación en todos los segmentos (Volkswagen, Skoda y Bentley) y las deportivas y de lujo (Audi, Seat y Lamborghini y Bugatti).Con estos cambios, Winterkorn tiene la intención de cambiar su posicionamiento, sobre todo en lo que se refiere a Seat, que ahora estará en el grupo de marcas de Volkswagen como marca de volumen. Bernhard no acepta que su marca se considere de volumen y pierda ese aire exclusivo que él le quiso dar, por lo que decidió abandonar la compañía.Cambios en EuropaCon la llegada de Winterkorn ya se han anunciado importantes cambios estructurales. El más reciente es todo lo que está pasando en la planta de Bruselas, donde se fabrica el Polo y el Golf. El grupo se llevará la producción del Golf a Wolfsburg (la planta más grande del grupo, en Alemania, donde trabajan casi 50.000 empleados) y recortará hasta 4.000 puestos de los 5.500 que tiene la planta belga. Por una parte, se gana el favor de una parte de los representantes del consejo, ya que refuerza la posición de las plantas alemanas frente a las del resto del grupo. Sin embargo, se produce una reacción en cadena en la que Bruselas tiene todas las de perder. Inicialmente y mientras no se anuncie lo contrario, la planta belga fabricaría sólo el Polo.España, Alemania y Seat Otra de las plantas que depende de este modelo es la española de Navarra. Estas instalaciones fabrican más de 200.000 unidades de este modelo cada año (tiene capacidad para fabricar unas 300.000 a pleno rendimiento), y da empleo a 4.200 personas. Lo cierto es que, de momento, nadie del grupo ha dicho que este movimiento vaya a afectar a la planta española.Las últimas noticias hablan de que la cúpula del grupo se plantea iniciar en Bélgica la producción de un nuevo modelo para la marca de lujo Audi, probablemente el que sería más pequeño de su gama y al que presumiblemente llamarían A1.A pesar del traslado de la producción del Golf a Wolfsburg, las plantas alemanas siguen siendo las que más recortes tienen que hacer, tanto por tamaño de plantilla como por costes laborales. Aquí se encuentra la base de producción de la marca Volkswagen, que aunque está aumentando sus ventas en Europa (es la marca líder, por encima de Renault), es también a la que más caro le sale producir cada coche. Contrasta por ejemplo con la marca Skoda, que produce sus modelos en las tres plantas de la República Checa y la de Bosnia Herzegovina, tiene costes más contenidos y es la tercera marca más vendida (por encima de Seat).Lo mismo pasa con Audi, la segunda más vendida del grupo con más de 600.000 unidades, y bien posicionada como marca de lujo con espíritu deportivo. Su solidez comercial y su rentabilidad hace a las plantilals de sus plantas de Ingolstadt y Neckarsulm (Alemania) intocables para el Consejo de Administración. La distribución de las marcas que estuvo vigente hasta la semana pasada era la estrategia que el grupo vino aplicando estos años y que en términos generales le está dando buen resultado... con la excepción de Seat, con la que la directiva sigue sin estar satisfecha. La marca española también ha tenido y sigue teniendo sus cambios. El primero es el de su presidente, Erich Schmitt, que tomó el cargo hace pocos meses en sustitución de Andreas Schleef. El ejecutivo se responsabilizaba de las compras en Audi, y ahora tiene la misión de hacer de Seat una compañía más rentable y que trabaje a pleno rendimiento. El directivo alemán se encuentra con una Seat que no atraviesa su mejor momento. En la última presentación de resultados financieros del Grupo Volkswagen y de Audi AG, la directiva no ha dejado de quejarse de la evolución de Seat, que lastra las cuentas del grupo ya que el año pasado perdió 65 millones de euros. De momento, ya ha cambiado al director comercial y ha eliminado un turno de una de las líneas de la fábrica de Martorell. En 2005, produjo 390.000 unidades y entró en pérdidas, y el año pasado trabajó casi a un 80 por ciento de su capacidad, con 406.000 unidades fabricadas.Por eso, el grupo llegó a plantearse que Martorell pueda producir otros modelos, además de los de Seat. En esta línea, se le propuso fabricar un coche más pequeño, del estilo del Audi A2, que era el más pequeño de la gama de la marca de los cuatro aros. De momento, no fabricará este coche, ya que la marca podría ampliar su propia gama con un nuevo modelo, o al menos eso es lo que piden sus trabajadores.La estrategia parece ir tomando el rumbo de la internacionalización, es decir, crecer sobre todo en los grandes mercados europeos (Italia, Reino Unido, Francia y Alemania), donde sus volumenes actuales son bajos y, por tanto, relativamente fáciles de aumentar. De hecho, las ventas de Seat crecieron en todo el mundo un 1,9 por ciento hasta las 430.000 unidades, y la compañía aumentará su producción en Martorell en 6.000 unidades hasta las 410.000. No obstante, habrá que esperar a ver qué hueco se le encuentra dentro de la estructura y cómo va a afectar a su filosofía de marca, pero de momento, al menos de forma oficial, la firma mediterránea se queda dentro del grupo.