Los accionistas, críticos con la gestión de Stephen Green, el nuevo presidenteLONDRES. El HSBC, principal banco europeo, aumentó sus beneficios antes de impuestos el año pasado en un 18 por ciento, hasta los 12.500 millones de dólares. Pero estos resultados, en apariencia positivos, preocupan a los accionistas de la entidad financiera.La inquietud radica en el hecho que los accionistas del banco han perdido un 0,2 por ciento del valor de las títulos durante 2006. Esta cifra representa la peor trayectoria de la banca británica a lo largo del año pasado, muy por debajo de la media, que creció un 11,4 por ciento. Según el banco de inversión Dresdner Kleinwort, la de HSBC ha sido "la peor actuación de un banco inglés durante los últimos cinco años, solo superada por Lloyds TSB". Los analistas de Dresdner Kleinwort sostienen que "algunos inversores creen que la dirección de HSBC se ha dormido en el volante" y destacan el deterioro de su negocio de hipotecas y, en especial, su negocio en Estados Unidos. Resaltan, sin embargo, su crecimiento en el mercado chino.Recelo hacia el presidenteLos accionistas de HSBC cuestionan el liderazgo de la junta directiva, en concreto del presidente de la entidad, Stephen Green, que sustituyó en el mes de mayo al carismático Sir John Bond, despedido entre aplausos de los accionistas el día que anunció su jubilación. El nombramiento de Stephen Green como nuevo presidente despertó recelo desde el comienzo porque iba en contra de las directrices de la empresa, que no ve bien que el director ejecutivo asuma funciones de presidente. Pero Bond justificó su nombramiento asegurando que era el mejor candidato.De todos los accionistas, el que se ha mostrado más crítico con la gestión es Stephen Taylor, exdirector de Valores de Threadneedle Investments, principal accionista de HSBC y de la Bolsa de Londres. Taylor acusó a Green de haberse "dormido en su cargo".En cualquier caso, Green no ha querido tomarse las críticas de forma personal y declaró que su función es asegurar el éxito de la entidad en los próximos 10 o 15 años. La cuestión es saber si los accionistas tendrán la paciencia suficiente y le darán la confianza que él pide.