Los personajes de Disney han creado un imperio que factura 32.000 millones de dólares anualesSus detractores critican que Walt soñaba con encarnar el imperialismo y cultivar la alienaciónmilán. Se convirtió en un mito casi de inmediato. Como sus personajes de Blancanieves y la Bella Durmiente. Quizás por eso, junto a la noticia de su muerte se difundió que su cuerpo había sido criogenizado para desafiar al tiempo. Y eso que Walt Disney había elegido ser incinerado. Sin embargo, en 1966 hubo muchos rumores al respecto. Porque, ya entonces, tanto él como su empresa se habían transformado en la máquina de los sueños americanos, en el mejor intérprete de su imaginario colectivo.Disney, un hombre introvertido, de familia irlandesa religiosa, reinventó la animación cinematográfica y los parques temáticos, marcó formas de vida y puso en marcha el esfuerzo de curar, al menos en su reino mágico, las heridas y contradicciones del mundo.El 'Tío de América'En el momento de su desaparición, Disney podía presumir de haber realizado una revolución: 240 millones de espectadores habían visto uno de sus largometrajes, 80 millones habían visionado uno de sus documentales, 100 millones se sentaban a la semana ante su programa de televisión, casi otros tantos tenían uno de sus libros y 50 millones escuchaban sus discos.Pero la extraña reacción a la muerte del Tío de América es también el espejo que refleja las luchas en torno a su legado. Y es que pocos empresarios fueron tan discutidos como él. Sus detractores denuncian que soñaba con encarnar el imperialismo y cultivar la alienación, la homologación y el empobrecimiento cultural. Mientras, sus partidarios lo siguen celebrando con pasión, pues consideran que fue un profeta capaz de reflejar la sensibilidad contemporánea.Lo cierto es que Walt Disney fue el agudo y sufriente intérprete de tiempos borrascosos. Desde Chicago, donde nace en los albores de 1900, la familia pronto se traslada a una granja en Marceline, en el Estado de Missouri. Esta pequeña ciudad de provincias, idealizada, se convierte en el teatro de su pasión por los animales y el dibujo.Pero, una vez de vuelta en Chicago, ante el fracaso de la aventura de los Disney como agricultores, Walt es víctima de un padre autoritario (y violento), y de un duro trabajo nocturno para sacar adelante el nuevo negocio de la familia: el reparto de periódicos. A los 16 años deja la escuela y entra en la Cruz Roja, falsificando su fecha de nacimiento, y al estallar la Primera Guerra mundial es enviado a Francia. Vuelve cambiado y decidido a seguir su vocación artística. Primero, en Kansas City, donde hace sus pinitos en la publicidad y conoce al diseñador Ub Iwerks. Después, en Hollywood. En California, donde llega con sólo 40 dólares en el bolsillo y una carpeta repleta de dibujos, crea su productora, la Disney Brothers, junto a su hermano Roy. Y allí toma cuerpo también el sueño de la animación.Inicialmente, vende una serie basada en las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Pero pronto llega el éxito clamoroso de un personaje inventado: el conejo Oswald, diseñado por Iwerks. Y eso que el camino hacia el éxito está empedrado de desilusiones: los derechos de Oswald, por ejemplo, son de Universal, y, cuando Disney pide un aumento, pierde el contrato. Sin embargo, de este fracaso nace Mickey Mouse, y como Walt ha aprendido bien la lección, se queda con los derechos del ratón.Con sus bajos costes y la oferta de diversión que presenta, Disney supera mejor que otras empresas la Gran Depresión de los años 30. Sus personajes se afirman por su originalidad y por su espíritu innovador, cualidades que encuentran eco en los difíciles años 40. Así, Mickey Mouse se convierte en el alter ego de Walt y de mucha gente empeñada en abrirse camino en medio de circunstancias adversas.En 1937, Walt estrena el primer largometraje animado de la historia (Blancanieves y los siete enanitos). Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial vuelve a poner a prueba a Walt, entre otras cosas porque los estudios de la Disney son requisados para realizar filmaciones patrióticas. Una vez terminada la guerra, a Disney le cuesta encontrar su sitio, a pasar de sus nominaciones a los Oscar y de películas que pasan a la historia como Bambi. El problema es que, mientras rivales como Hanna Barbera y Warner Brothers avanzan, la imagen de Disney se ve afectada por las acusaciones de ser un domesticador de culturas. Y, además, es víctima de una huelga de dibujantes y animadores en 1941, que produce una profunda herida en el alma de Walt y le empuja a adoptar posiciones políticas cada vez más conservadoras. De ahí que sufra depresiones y participe en la caza de comunistas de McCarthy.Soledad nocturnaPero Disney también amplía sus horizontes: estrena el primer documental de naturaleza, se lanza a las películas de aventuras con La Isla del Tesoro y encuentra una nueva y gran misión: la de los parques temáticos (en 1955, Disneyland abre sus puertas en Anaheim, California). Eso sí, sus diseños de ingeniería social hallarán su encarnación más ambiciosa sólo a título póstumo, en una auténtica ciudad de Disney: en 1994 nace Celebration USA, en Florida, con 2.700 habitantes.En vísperas de su muerte, Walt trabajó a fondo en un proyecto que vio la luz después de su muerte en Florida: el colosal parque de Disney World. Para cambiar el mundo. O quizás, para dejar atrás la soledad y desesperación de las noches que pasó en la periferia de Chicago repartiendo periódicos.