Controla hasta el último detalle del Ministerio que más millones maneja en inversionesA Magdalena Álvarez Arza (San Fernando, Cádiz. 1952) no le vengan con tonterías. Pero mucho cuidado con meterse en peleas con ella. Que se lo digan, por ejemplo, a Air Madrid, último ejemplo de lo que puede pasar cuando se le reta a un pulso a esta gaditana que presume de malagueña y a la que la vida le ha aconsejado llevar siempre un casco para protegerse. A Magdalena Álvarez, hoy ministra de Fomento y antes consejera de Hacienda en Andalucía de 1994 a 2004, le llaman desde hace ya muchos años Mandatela. A ella, por si habían pensado lo contrario, le gusta. La bautizó su compañero en la Junta, Paulino Plata, aduciendo que decidía hasta el último céntimo. La oposición y sus detractores, en cambio, se quedan con el tono peyorativo y se agarran a todas las leyendas que circulan. Leyendas que hablan de mano de hierro, carácter casi intratable y control milimétrico sobre sus subordinados.¿Leyendas? La biografía dice lo que dice. Huérfana desde los 16 años, es doctora cum laude en Ciencias Económicas y Empresariales y su trabajo siempre ha estado vinculado con los números y las cuentas públicas: ingresó en el Cuerpo de Inspectores de Finanzas del Estado en 1979 y desde entonces ha ocupado altos cargos económicos de forma ininterrumpida.Pero el currículum empezó a sumar muescas de las que de verdad curten a cualquiera con su entrada en el Gobierno andaluz. Nada más llamarle Manuel Chaves, se topó con que sus dos primeros presupuestos eran bloqueados por el Parlamento (el PSOE estaba entonces en minoría), con lo que eso duele en el ego (y más que duele cuanto mayor es el ego). Y duele más cuando la oposición, en un alarde de respeto sexista, le acusó de hacer unas cuentas en las que "sólo faltan los visillos de su casa".Álvarez se guardó la afrenta y agarró la bandera reivindicativa, convirtiéndose en el mayor enemigo de los gobiernos de Aznar de Despeñaperros para abajo. Fue especialmente guerrera (que, en su caso, es mucho decir) a la hora de reclamar la devolución de la deuda histórica, exigir una financiación más justa para las autonomías pobres e incluso elaborar una Ley de Cajas regional que fue recurrida ante el Constitucional. Más que preferida de Chaves, era su poli malo. Y en esto que llega al Ministerio de Fomento. Cuentan que los empresarios se guardan muy bien de asistir a todos los actos en los que hay discurso de Álvarez para no entrar en su lista negra con una ausencia (Fomento gasta miles de millones al año en obras). Su empeño en hacer un nuevo plan de infraestructuras paralizando el anterior bloqueó una actividad inversora que ahora le cuesta horrores -y algo de frustración- retomar (las infraestructuras van demasiado lentas).Nada ocurre en su Departamento sin que ella lo sepa y los deslices se pagan muy caro: ha cambiado cuatro veces de responsable de comunicación en los dos años y medio que van de legislatura. Además, tiene una agencia externa que le asesora en cuestiones de imagen (que, por cierto, ha mejorado bastante con respecto a la que tenía en Sevilla). Presume de no sufrir síntomas postvacacionales. A ella sólo le importa el trabajo. Ya saben: no le vayan con tonterías.