madrid. El sentido común comienza a imperar en la venta de Izar Manises, el último astillero civil que todavía está en manos del Estado tras la liquidación de Sestao, Sevilla y Gijón. El único candidato a la compra de la factoría valenciana, Ros Casares, ha rebajado sus pretensiones para obtener el visto bueno de Bruselas, que había paralizado el proceso por posibles ayudas de Estado.La Comisión Europea empezó a sospechar de ciertas anomalías en la venta cuando se enteró de que había sólo un único ofertante para adquirir los activos de Izar Manises. En el resto de las propuestas por Sestao, Sevilla y Gijón había por lo menos dos opciones.La UE entendió que las exigencias de Ros Casares eran exageradas. Durante el proceso de liquidación de los astilleros los compradores tenían que poner precio a la obra en curso. En otras palabras: tenían que calcular lo que les iba a costar finalizar los pedidos ya comprometidos. Valoración exageradaEl problema en Manises es que la valoración previa de la Sociedad Estatal de Participaciones industriales (Sepi) fue de 6,5 millones de euros y la empresa levantina pidió 32 millones por finalizar esos contratos, 26 millones de euros de más. Ahora, la valoración de Ros Casares "habría descendido considerablemente y estaría más cercana a los cálculos realizados por el organismo presidido por Enrique Martínez Robles que a la estimación inicial de 32 millones de euros", aseguran fuentes cercanas a la operación.Este periódico se puso en contacto con Sepi y el organismo público se limitó a comentar que "la información sobre la oferta por Izar Manises es estrictamente confidencial".La nueva valoración realizada por Ros Casares está ahora en manos de Sepi, que debe encargar a Boston Consulting, el asesor independiente de la operación, un informe que será remitido a Bruselas en las próximas semanas.Si la Comisión aprueba la venta de Izar Manises, Sepi daría por finalizado el proceso de liquidación de los astilleros públicos. Si Bruselas la rechaza, el concurso por la factoría valenciana podría quedar desierto y habría que poner en marcha una licitación para buscar astilleros que finalicen todos los contratos en curso.