El nivel de competitividad no es el criterio que prevalece en los despachos de Nissan en Japón para determinar el futuro de la marca en Barcelona. O al menos así lo entienden los que la viven de cerca, sus trabajadores. La plantilla pone de relieve el nivel tecnológico de unas instalaciones que, aunque con algunos años de historia, se han ido adaptando a las nuevas exigencias, la calidad de la producción, la flexibilidad en las líneas de fabricación y también la laboral, la predisposición de los trabajadores a negociar una salida viable y -como recuerdan desde el anonimato dos de sus empleados- el expediente de regulación de empleo (ERE) con 500 prejubilaciones y 100 bajas voluntarias, aprobado hace justo un año, para la planta de Zona Franca. Con todo ello a sus espaldas, los trabajadores aseguran que "siempre nos hemos sentido amenazados respecto a la continuidad, porque la situación en Barcelona ha ido de mal en peor desde la alianza con Renault, hace 20 años", comentan los empleados. Su sentencia es clara: "Nos han dejado morir, poco a poco".Mientras, al otro lado, encuentran el vacío de la compañía japonesa, que sigue sin sentarse a negociar y sin articular y presentar un plan industrial para los tres centros de Cataluña (Zona Franca, Montcada i Reixac y Sant Andreu de la Barca, todos en la provincia de Barcelona). La marca también tiene fábrica en Ávila y en Los Corrales de Buelna (Cantabria). Ni siquiera, manifiestan, les ha comunicado oficialmente -"lo sabemos por la prensa"- que será el próximo 28 de mayo cuando se anunciará en Japón el plan industrial para los próximos años, en el que la compañía concretará cuál será su papel como fabricante de automóviles en Europa.Echar el cierre en Cataluña implicaría la pérdida de 3.000 puestos de trabajo que engrosarían las listas del paro puesto que después del ERO de 2019 la media de edad de la plantilla actual está entre los 35 y los 50 años. "Si la marca no destina esfuerzos a planes de reinserción laboral qué futuro nos espera", se preguntan y explican que sus tareas son muy específicas, "que sólo las podemos seguir haciendo en otras factorías del sector, pero ¿Seat podría absorbernos? Seguro que no". Añaden que, en su mayoría, tienen una larga trayectoria en Nissan que en el mejor de los casos es ya de 16 años. "Estamos fuera de la demanda del mercado de trabajo, solo tenemos esa experiencia en nuestro currículum y estamos muy especializados". De ahí que defiendan que los productos que salen de Barcelona nada tienen que envidiar a los del resto de factorías de Nissan, e incluso de Renault. "Por qué sino Mercedes nos habría confiado la fabricación de una pick up, pues porque respondemos a todos sus estándares de calidad, que son elevadísimos", concretan. Muestra de ello también es, insiste un trabajador de la línea de pintura, que en Australia no quieren las pick up que Nissan fabrica en México, "únicamente quieren las partidas que llegan de Zona Franca". "E incluso presentamos los modelos que fabricamos con mejores acabados que los que salen de la factoría de Sunderland (Reino Unido) y eso se puede comprobar revisando un Qashqai en cualquier concesionario", explican estos dos trabajadores de Zona Franca.Ambos, como el resto de la plantilla, viven con preocupación y desazón la incierta situación por la que atraviesa la compañía desde hace un año y medio. Pareció que el ERE de mayo de 2019 y las promesas de un plan industrial les sacarían adelante, pero ni una subvención de 3 millones de euros que recibieron a finales de 2019 del Gobierno catalán para una nueva planta de pinturas en Zona Franca -que tendría que estar ya construida-, han arrancado ningún proyecto a la compañía japonesa. El papel de la Administración La Generalitat y el Ministerio de Industria han presentado un plan coordinado de viabilidad a la dirección de Nissan. Consta de dos líneas de actuación: la reorientación estratégica para asumir la producción de un nuevo vehículo y un trabajo técnico compartido con empresas locales, expertos y los equipos técnicos japoneses para concretar nuevas líneas de negocio productivas y rentables como software para baterías eléctricas o proyectos para la nueva movilidad.El secretario general de CCOO de Cataluña y trabajador de Nissan, Javier Pacheco, insiste en declaraciones a elEconomista, que hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para conseguir que la compañía entienda que el cierre de Barcelona no tendría un impacto financiero significativo dentro de una decisión global de la marca que, "si quiere ser un operador global de la automoción no tiene sentido que abandone un mercado de gran demanda como el europeo". Según Pacheco, la competitividad de Nissan en Barcelona nunca se ha puesto en cuestión, "como tampoco su rentabilidad".