Una vez más, gracias a esta revista, captamos mejor datos esenciales que explican por dónde se intentó que caminase el desarrollo en la España de la Revolución Industrial. Esto se evidencia en este número, con el artículo de Juan Diego Pérez Cebada y Cinta Concepción García Vázquez, El mito de la California del cobre: el impacto del boom minero en el tejido empresarial onubense. A mi juicio, se trata de una aportación básica que tendrá que ser tenida en cuenta multitud de veces; pero que al ser contemplada desde el mundo de la economía, se echará para siempre de menos el no haber abandonado una orientación puramente historicista. Ya se ha superado "la batalla del método" y sabemos con claridad la derrota experimentada por el exclusivo planteamiento historicista. Concretamente, en este caso no existe ni sombra de las aportaciones de grandes economistas -en vanguardia mencionaré a Marshall-, con el añadido de expertos en teoría de la localización por citar a un español conviene tener en cuenta, por ejemplo, al profesor Trias Fargas que permitieron se comprendiese mejor lo que, con toda justeza, se relaciona con lo desprendido desde esta aportación y su "pesimista visión" . El notable alud documental de este artículo, con ese complemento, lo hubiera convertido a mi juicio, en un perpetuo referente a la que podríamos denominar "decadencia de iniciales distritos industriales". De todos modos, esa aportación de lo sucedido en Huelva no es ni mucho menos inútil, pero es una pena, a mi juicio, no verla culminada. La coyuntura económica conjunta hispano portuguesa, murió cuando a partir, precisamente, del discurso de Cánovas del Castillo para celebrar el centenario de 1492, se dejó claro que quedaba a un lado pensar en una vinculación económica muy estrecha con Portugal. En el intento generado por el choque político creado por Azaña y su prolongación en el apoyo de Oliveira Salazar a Franco en la Guerra Civil, se buscó el encaje con Portugal en el modelo crecientemente autárquico de la economía española. Lo expuso, en relación con las posibilidades hispano portuguesas en el mercado mundial del comercio, Ruiz Morales en su obra La economía del Bloque hispano portugués (1946). Si se vuelve a tratar esa cuestión, es preciso, en adelante, tener en cuenta este valioso trabajo de Carlos Manuel Faisca, Lagging behind or catching up? The mechanization of the Portuguese cork industry (1820-1914). Ese enlace entre Portugal y España a través de la industria catalana es analizado de modo especialmente valioso. Las puntualizaciones de las págs. 71-72 y las referencias bibliográficas, forzosamente han de tenerse en cuenta para conocer lo que sucedía antes de la vinculación luso española en lo económico -que ocurrió a partir de 1986 en el sector concreto del carbón-.Y un sector agroalimentario que no se puede dejar de investigar en España, y muy especialmente tras nuestra integración en la Unión Europea, es el pesquero. De ahí que convenga tener en cuenta la dinámica que, en el caso de la pesca de altura, ha tenido este sector, a partir del impacto creado por el vapor. Y eso es lo que exige tener en cuenta en adelante el artículo de Ana I. Sinde-Cantorna y Gema Álvarez Llorente, La flota pesquera de altura y gran altura en el puerto de Barcelona. Una historia no contada (1907-1936) . El desarrollo que se ofrece en la pág. 99 es, evidentemente, muy importante, porque nos aclara que la nueva opción "de abastecerse desde otros puertos permite entender que los armadores franceses abandonasen la fase extractiva del negocio y mantuviesen éste vinculado a la fase de comercialización, más lucrativa y con menores costes fijos". Y tras leer la reseña que Jordi Ibarz hace en las págs. 145-147 de la obra de Martín Rodrigo y Alharilla, La marina mercante de vapor en Barcelona (1834-1914), me parece que puede ratificarse lo que sobre la flota pesquera de altura, basada en Barcelona, se señala en el artículo de Ana I. Sinde-Cantorna y G. Álvarez Llorente, aunque se trate de mundos empresariales diversos.