La cantidad de información que existe sobre aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno es brutal, lo que aumenta el protagonismo de quienes realmente toman las decisiones en las carterasLas carteras construidas siguiendo criterios ASG (medioambientales, sociales y de gobernanza) son tan rentables o más que las convencionales, en gran medida porque limitan los riesgos que se asumen. En 2019, los fondos responsables lograron revalorizarse más de un 20 por ciento, al mismo ritmo que los grandes índices mundiales; mientras tanto, los fondos en general a la venta en España (responsables y no) subieron menos de un 15 por ciento, según los datos de Morningstar. En Fidelity International consideran que, como mínimo, esta tendencia "puede ser tan rentable como la inversión convencional". De ahí que esta corriente mueva cada vez más dinero y vaya calando, aunque poco a poco, en los inversores. Quien aplica estos criterios ya no está pensando necesariamente en cambiar el mundo; muchos los utilizan fundamentalmente como herramientas para controlar el riesgo, según apunta Gracia Campos, responsable de selección de fondos de inversión en Deutsche Bank.La masiva llegada de los activos ASG a las carteras ha generado un aluvión de información y de ratings de las acciones de sostenibilidad, sociales y de buen gobierno de las empresas cotizadas. Pero los gestores critican la falta de homogeneidad entre los datos de unos y otros proveedores: una misma compañía puede recibir una buenísima nota de sostenibilidad para Moody's y una malísima para S&P –por poner como ejemplo a dos de las grandes–. El motivo es que cada agencia aplica sus propios criterios, ya que no existe todavía una normativa que establezca unos estándares (la UE está preparando su regulación al respecto). "En la inversión responsable existe una heterogeneidad [de metodologías] brutal; pero la realidad es que quien toma la decisión última es el gestor", señala Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latinoamérica, que añade que "es casi imposible desmenuzar y digerir toda la información, y él es quien conoce las compañías. Debido a la variedad de mercados y sectores, no te puedes fiar de la calidad de los datos de proveedores externos, ese es el problema", lamenta. Los proveedores de datos no han hecho sino cobrar protagonismo en los últimos años, y según las fuentes consultadas seguirán haciéndolo. Las agencias tradicionales de datos financieros han ido comprando homólogos más pequeños especializados en información medioambiental, social y de gobernanza: Morningstar ha adquirido un 40 por ciento de Sustainalytics, Moody's entró en Vigeo Eiris (calificador de los bonos verdes de Iberdrola) y recientemente S&P Global ha anunciado la adquisición del negocio de calificaciones sostenibles a RobecoSAM. Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, está de acuerdo en que las "enormes diferencias" entre las notas de unas y otras agencias confieren un mayor protagonismo "no ya solo al gestor, sino a todo el proceso de inversión de cada casa. Porque puede que tu proveedor construya su ratio dando la misma importancia a cada una de las tres siglas del acrónimo ASG y que tú prefieras ponderar más la G. Considero que los proveedores aportan un elemento de contraste muy importante, pero otra cosa es poner tu decisión de inversión en sus manos". "Es cierto que los gestores se quejan de esas discrepancias", reconoce Fernando Luque, editor senior de Morningstar, "pero es que buena parte del análisis de la ASG es cualitativo", apunta. Además, aunque ocurra con los ratings de cotizadas concretas, "a nivel global no existen tantas diferencias", señala. Los expertos consultados coinciden en que la normativa para los activos financieros responsables que prepara la Comisión Europea –cuyos efectos alcanzan a gestoras y a comercializadoras– disparará los costes para ellas, y también en que podría dificultar la supervivencia de las casas más pequeñas, que podrían verse abocadas a desaparecer o a fusionarse entre sí. Las novedades que Bruselas les obligará a implantar supondrá unos costes adicionales, bien porque deberán contratar expertos en estos aspectos o porque delegarán el tema en un software que tampoco es gratuito.