Las bodegas Emina fabrican productos de belleza con los residuos de la uvamadrid. El refranero siempre nos avisó de que aceite y vino, bálsamo divino. Y en las bodegas vallisoletanas de Ribera del Duero Emina, se lo han tomado al pie de la letra: han desarrollado una línea de cosmética que aprovecha los poderes antienvejecimiento de los frutos de la vid. El vino tinto contiene unas sustancias llamadas polifelones, de las que hace tiempo que se conocen sus propiedades antioxidantes y vasorelajantes. Sin embargo, ha sido ahora, tras un proyecto de investigación, cuando las bodegas del Grupo Matarromera han conseguido optimizar la obtención de estos elementos, de forma que son un diez por ciento más puros que los que actualmente se encuentran en el mercado, y poseen el triple de capacidad antioxidante. Del resveratrol, la sustancia que da el color al vino, se aprovechan sus fuertes propiedades biológicas y farmacológicas. Y de las quercitinas (otro polifelón), son destacables sus propiedades para prevenir enfermedades cardiovasculares, así que el desarrollo de productos de belleza es sólo el principio. La nutrición especializada y la parafarmacia, afirman en las bodegas, también podrían aprovechar sus beneficios para la salud. Desde el día 1 de junio estarán a la venta un after-shave que además de calmar la piel después del afeitado, protege de las agresiones atmosféricas, o un exfoliante con propiedades reafirmantes y antienvejecimiento. El gel promete un baño con "abundante espuma y un olor embriagador a vino tinto" mientras reactiva la circulación de la sangre, frena la oxidación de la piel, realza la silueta y deja la piel turgente. La línea incluye hasta un gel reductor que endurece los glúteos y el abdomen gracias a la vitamina P del vino, y una crema antiarrugas hecha con los aceites de la uva y el olivo. Los productos cuestan entre diez y cuarenta euros. Es fácil creer que el zumo de la fruta destilada depura, suaviza, activa la circulación y retarda el envejecimiento, pero los resultados más sorprendentes los han obtenido de un material que hasta ahora, no servía para nada: el residuo sólido del orujo, es decir, lo que queda de la piel y pepitas de la uva después de su prensado. El aceite de semilla de uva tiene una alta concentración de vitamina E y una gran cantidad de ácido linoico "omega-6", que fortalece la piel.El desarrollo de esta línea cosmética responde a una filosofía de empresa bien definida: "Aprovechamos todo, y tratamos de devolver a la tierra lo que nos ha dado", dice Javier Valenzuela, director de Comunicación de las bodegas. "Cumplimos incluso el protocolo de Kioto: nos valemos por nosotros mismos, no contaminamos, y además no generamos residuos". La apuesta por las nuevas tecnologías, impulsada por el presidente del grupo Matarromera, Carlos Moro, es seria: la inversión en I+D de Emina entre 2005-2007 es de 4,5 millones de euros.