Según el estudio encargado a la MSI por la Fundación Europea para el Clima (ECF), la transición, cada vez más necesaria, hacia la descarbonización de nuestras energías afectará en el corto y mediano plazo, y de forma generalizada los diferentes tipos de transporte de carga, pero en especial a la industria del transporte marítimo. En el 2011, la Unión Europea ya definió su propósito de reducción de gases de efecto invernadero para el año 2050, entre el 85 y el 95 por ciento, respecto al año 1990. La industria naviera es la que más cambios va a sufrir, bajando la demanda de embarcaciones en un 30 por ciento, ya que su carga se compone en gran parte de combustibles fósiles. Según la Comunidad Internacional, el secreto está en dejar el hidrocarburo e ir por el camino de las energías renovables y los biocombustibles. Una reducción constante y progresiva de emisiones entre el 2021 y el 2030será la clave.Marco de reducción Con la inevitable transición, los navíos de graneles más perjudicados serán aquellos que transportan carbón, en un 50 por ciento, y el resto de graneleros verán disminuida su demanda en un 14 por ciento ente 2020 y 2035, respectivamente. Esta situación afectaría al mercado no solo en las rutas comerciales y el tipo de combustible a utilizar, sino también en el tamaño de las embarcaciones elegidas. Debido a la época de cambio en la estructura energética, quedarán descartados los barcos de carga que no se adapten a las nuevas normas establecidas y a las nuevas tecnologías. Bajo el marco de Reducción y referencia, estipulado por la MSI para aportar una amplia visión sobre la demanda de energía a nivel global, se estima que para 2050 la demanda de combustibles fósiles se reducirá en un 80 por ciento y a este descenso le seguirá el del petróleo y demás hidrocarburos. Como consecuencia, el calentamiento global se vería reducido en un 1,5ºC. Partiendo de estas premisas se proponen algunas medidas, como el cambio de productos petrolíferos por otras alternativas menos nocivas como el gas natural o la implantación de medidas de eficiencia energética, que eviten los consumos innecesarios. Para el año 2030 se aspira conseguir que los coches eléctricos tengan una presencia en nuestras carreteras de entre el 7 por ciento y el 10 por ciento del total de vehículos. Por otro lado, entre el 20 por ciento y el 25 por ciento de los transportes de mercancías deberían hacerse por ferrocarril eléctrico y entre el 34 por ciento y el 46 por ciento, en camiones que usarían gas natural. Es importante tener en cuenta que la energía renovable masiva y la electrificación de vehículos pueden requerir un envío significativo de infraestructura de materiales y metales para baterías, etc., pero esto no supondría un problema ya que se trata de componentes no de materias primas. Además, las energías renovables como la eólica o la solar no pueden ser enviadas, solo trasferidas eléctricamente, por lo que no generaría ningún comercio de procesamiento secundario.Bajo este escenario, y aunque los cambios drásticos se esperan para 2050, se pronostica que la demanda de las energías renovables pasará de un 5 por ciento en el 2020 a un 16 por ciento dentro de los treinta años siguientes. Asimismo, el uso de biocombustibles ha crecido un 12 por ciento, y sigue en continuo aumento. El concepto de activos varados va cobrando cada vez mas fuerza, gracias a las reservas de carbón, petróleo y gas que no pueden ser quemados gracias a la nuevas normativas de regulacion de emisiones. La transición de un tipo de combustible hacia otro significará no solo el impacto para el sector marítimo, sino también para puertos e inversores, ambos susceptibles a riesgos financieros si no se estudia el impacto que pueda tener esta iniciativa. El panorama de los propietarios de los buques más antiguos se espera complicado gracias a la nueva normativa que favorece las renovables. Al proceder a hacer una inversión se tendrá en cuenta la vida mínima útil del barco y como se verá este afectado por el nuevo marco de reducción.La flota petrolera disminuiría un tercio las dos próximas décadas a 2030, mientras que la flota de graneles secos se reducirá en un 14 por ciento durante los próximos veinte años a partir de 2025 respecto al año 2024. Asimismo, su valor se vera reducido en un 20 por ciento para el año 2045 respecto al 2018. Los Capesize Bulker, los barcos de carga seca de mayor tamaño, reducirían sus ganancias en un 40 por ciento para el 2030 mientras que las de los los VLCC – barcos de más de 300.000 toneladas- disminuirían en un 29 por ciento. Suponiendo que los compromisos para reducir las emisiones de carbono se cumplirán, la industria necesita prepararse para el transición radical que esto implica.