La crisis del 737 MAX ha dejado un gran agujero en el negocio comercial de Boeing, que en 2018 aportó el 56 por ciento de la facturación. Los ingresos de la división civil del fabricante, que lleva desde marzo sin entregar ningún avión de su modelo siniestrado, se han hundido un 66 por ciento hasta los 4.237 millones de euros en el segundo trimestre del año, lo que se ha traducido en unas pérdidas operativas de 4.435 millones. Unas cifras que muestran la fuerte dependencia que el grupo norteamericano tiene del 737 MAX, que supone el 80 por ciento de su cartera de pedidos. En este punto, la compañía ha recocido que con el MAX fuera de combate las entregas de aviones comerciales se han hundido un 54 por ciento.Los resultados semestrales también reflejan el fuerte impacto de la paralización del programa 737 MAX, que podría recuperar la licencia de vuelo en septiembre. Así, entre enero y junio los ingresos del negocio comercial han caído un 38 por ciento a los 14.844 millones. El resultado operativo ha sido negativo en 3.385 millones frente a los 2.868 millones que ganó en el mismo periodo del año pasado. La buena evolución del negocio militar y el de servicios ha conseguido contener la sangría del fabricante, que aun así ha reconocido unos números rojos de más de 700 millones en el semestre. Los ingresos de la filial de defensa han subido un 5 por ciento a los 11.867 millones y el ebitda ha avanzado un 61 por ciento. La división de servicios mejora el 1 por ciento los ingresos.