Empresas Centenarias

Una trayectoria de alto voltaje para las eléctricas españolas

  • Las dominandoras del mercado tienen su origen en pequeñas empresas
  • La concentración del mercado eléctrico se completó en el nuevo milenio

Pablo I. Bronte

España lleva más de 100 años llena de luz. La electricidad dio sus primeros pasos a finales del siglo XIX: en 1875 se levantó la primera central y poco más tarde, en 1881, se constituyó la empresa pionera del sector, la Sociedad Española de Electricidad. Desde entonces, la historia de esta industria ha sido la huella que ha dejado la evolución de España y de su economía.

Para 1910 el sector ya estaba extendido por todo el país, con una infinidad de pequeñas empresas de carácter local que daban servicio a los focos industriales desarrollados en los primeros compases del siglo XX. De hecho, las grandes compañías del sistema eléctrico español actual hunden sus raíces en esta constelación de sociedades creadas durante las tres primeras décadas del pasado siglo.

La prosperidad de la Belle Époque, que España consiguió estirar más allá de una Primera Guerra Mundial en la que no participó, vino acompañada del primer movimiento de consolidación en la industria de la electricidad para hacer frente a los importantes desembolsos que habían de realizarse en la construcción de centrales térmicas y saltos de agua. En la actualidad -como hace un siglo-, el líquido elemento es una pieza clave en la generación de la luz que llega hasta los hogares; a día de hoy, la energía hidroeléctrica roza el 20% de la potencia eléctrica instalada en todo el país, según los datos de la patronal Unesa.

El rápido auge del sector se vio truncado por el advenimiento de la Guerra Civil y agravado por la autarquía y el aislamiento de la primera etapa de la dictadura franquista, que sumió a España en una gravísima crisis económica. Fue durante los años 40 cuando se creó Endesa, una sociedad estatal llamada a sustituir a la iniciativa privada para la construcción de centrales. Además, durante esta década se constituyó la patronal Unesa, que en su origen reunía a 18 empresas del sector preocupadas por la dependencia española de la energía hidroeléctrica.

Una vez superada la crisis de los primeros años del franquismo, el régimen desarrolló un ambicioso plan de construcción de obra pública. La era de las inauguraciones de pantanos retransmitidas por el NO-DO permitió pasar de 5.017 millones de kilovatios hora (kWh) de energía hidráulica generada en 1950 a 27.959 millones en 1970.

En 1962 se inauguró la presa de Aldeadávila, enclavada en el tramo internacional del Duero, que se convirtió en la gran central hidroeléctrica española. Aunque su capacidad se vio superada a los pocos años, la ampliación que se realizó en la década de 1980 la volvió a colocar a la cabeza del sector, con una potencia instalada de más de 1.000 megavatios (MW).

En paralelo, la energía térmica pasó de 1.836 millones de kWh a 27.607 millones en el mismo periodo, con lo que España consiguió la diversificación que buscaba.

El amanecer nuclear

En las postrimerías del franquismo entró en la ecuación otra energía que cambiaría la historia del mercado eléctrico. Entre 1969 y 1972 comenzaron a funcionar las tres primeras centrales nucleares españolas: Zorita, Garoña y Vandellós I.

No obstante, la verdadera fiebre del átomo se produjo en España en la década de 1980, cuando entraron en el sistema las instalaciones de Almaraz, Ascó, Cofrentes, Vandellós II y Trillo. Tras este frenesí, las centrales nucleares consiguieron generar más de 50.000 millones de kWh en el año 1990, un tercio de la producción de electricidad.

La nómina de reactores no ha variado apenas desde entonces. La sobrecapacidad del sistema y los incidentes de seguridad como el experimentado en Chernobyl motivaron la moratoria aprobada por el Gobierno de Felipe González en 1984. Esta medida paralizó la construcción de otras instalaciones como la central de Lemóniz y también encareció en 6.000 millones de euros la factura de la luz hasta el año 2015, para compensar las pérdidas que experimentaron las compañías promotoras de las nuevas nucleares.

Mientras Vandellós I cerró tras un incendio declarado en 1989, Zorita cesó su actividad en 2006. El resto de las centrales siguen abiertas, a excepción de Garoña, que está parada pero protagoniza una polémica que puede determinar el futuro de las nucleares: el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ha dado permiso para su reapertura, con lo que prolongaría su vida útil más allá de los 40 años previstos.

Esta ampliación es una victoria para las empresas eléctricas, no por la importancia de Garoña para el sistema -su potencia es de menos de 500 megavatios, mientras que las plantas más nuevas superan los 1.000 MW- sino por la posibilidad de ampliar la vida útil de las centrales que se inauguraron después. Este puñado de nucleares son responsables del 7,3% de la energía producida en España, así que tienen una relevancia estratégica para las empresas que las gestionan: Iberdrola, Endesa y Gas Natural, fundamentalmente.

Al boom nuclear le siguió una modernización del sector eléctrico. En la década de 1990 Endesa se hizo con la Compañía Sevillana de Electricidad, Fecsa, Enher, ERZ y Viesgo, mientras que la fusión de Hidroeléctrica Española e Iberduero dio lugar a la creación de Iberdrola. También en esas fechas comenzó la andadura de Gas Natural, aunque sus orígenes se remontan al siglo XIX.

Los jugadores ya estaban en la mesa y pronto empezaría la partida. Las nuevas reglas se establecieron con la liberalización del mercado y con la privatización de Endesa y Red Eléctrica. Así comenzaba un nuevo milenio en el que nada iba a ser como antes.

El milenio de la luz

Las dos primeras décadas del actual milenio han sido una montaña rusa para la economía mundial y también para la española. El optimismo que se vivió en los primeros momentos del nuevo siglo despertó el apetito de los inversores; fueron los años del fuego cruzado sobre Endesa.

Primero se abortó el intento de fusión de Endesa con Iberdrola en el año 2000 y luego se produjo la lucha de opas entre Gas Natural y la alemana E.ON. Finalmente se eligió el camino medio, el de la adquisición de un paquete mayoritario de la compañía por parte de Acciona y de la italiana Enel. Por su parte, EDP se hizo con Hidrocantábrico y Gas Natural adquirió finalmente a Unión Fenosa para participar también en el proceso de consolidación. Así es como se configuraron los cuatro grandes grupos que controlan el 65% de la generación de la electricidad en el mercado ibérico, según los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMC).

El nuevo milenio también supuso la llegada del déficit de tarifa, un agujero que se creó por el desfase entre los costes del sistema y lo recaudado para cubrirlos. Los gobiernos que se sucedieron desde 2005 se sirvieron de este instrumento para anular las impopulares subidas de la factura de la luz y para costear las primas para las renovables. El desajuste estructural rozó los 30.000 millones de euros en 2013, cuando el Gobierno le puso freno, aunque todavía queda una década para liquidarlo.

Pese a los movimientos de concentración, en el mismo periodo se produjo una atomización de la producción de electricidad entre pequeñas instalaciones. La proliferación de plantas de energías renovables cambió para siempre el panorama competitivo.

A la hidroeléctrica se le comenzaron a sumar otras energías desde el año 2000. La eólica y la solar han aportado cada año más al mix español y en 2015 alcanzaron, respectivamente, el 21,3% y el 6,5% de la potencia instalada. No obstante, su avance se ha mitigado tras el conocido como hachazo a las renovables, el recorte a la retribución de estas instalaciones aprobado en 2014.

El sector tiene las esperanzas puestas en este año, cuando se va a celebrar la primera gran subasta de renovables tras el parón que ha experimentado la industria. Del éxito de las próximas licitaciones dependerá el cumplimiento de los objetivos de emisiones a los que España se tiene que ceñir en el año 2020. La energía verde es fundamental para que el futuro de la electricidad española esté lleno de luz.