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Test de personalidad: la última tendencia entre las empresas para seleccionar empleados
- Dificulta la empleabilidad de los jóvenes y los parados de larga duración
Cada vez son más las empresas que recurren a los test de personalidad a la hora de seleccionar a nuevos empleados. Se trata de una herramienta que había sido utilizada durante años, pero es ahora cuando su presencia se ha hecho masiva.
En concreto, 8 de los 10 grandes compañías estadounidenses recurren a las pruebas de personalidad para seleccionar a trabajadores para determinados puestos, según indica el Wall Street Journal. La automatización de la prueba, las nuevas herramientas para analizar datos y el abaratamiento del software en línea han reducido los costes de este tipo de pruebas y mejorado sus resultados, popularizando este tipo de test.
En 2001 solo el 26% de las grandes empresas de EEUU recurrían a este tipo de pruebas, mientras que en 2013 este porcentaje se había elevado hasta el 57%, lo que refleja claramente la tendencia.
El problema llega para los trabajadores en busca de un empleo, que han encontrado un nuevo obstáculo que complica su contratación, que se suman a otros aparecidos en la última década, como el registro penal. Numerosos economistas advierten que la proliferación de los test de personalidad hace más difícil lograr un empleo, especialmente para los jóvenes y para los empleados de larga duración.
Más tiempo para elegir
Las empresas están dispuestas a tener más tiempo una vacante disponible, con tal de asegurarse de que eligen un trabajador excelente. Así, se fijan menos en las competencias y habilidades adquiridas, y más en las capacidades y el temperamento en el lugar de trabajo; características que aseguran una mayor productividad. En concreto, el tiempo medio para cubrir una vacante alcanzó en febrero los 26,8 días, muy por encima de los 23 días, máximo alcanzado en la anterior gran expansión de empleo.
Los test de personalidad se desarrollaron en los años 40, en grandes empresas como AT&T, sobre todo para seleccionar a los candidatos a puestos directivos. Medían si eran personas extrovertidas, ansiosas o posibles traidores. Sin embargo, cayeron en desuso en los años 60, después de que numerosos investigadores cuestionaran su fiabilidad. Renacieron en los años 90, impulsados por psicólogos de las grandes empresas, y se empezaron a generalizar en el siglo XXI, gracias a las nuevas herramientas online, que permitía tomar decisiones en minutos en lugar de en meses, como asegura Brian Stern, presidente de una consultora que provee sistemas de evaluación.
A ello hay que sumar la caída de los costes, que permite que incluso las pequeñas empresas puedan recurrir a este tipo de herramientas para identificar a los mejores empleados posibles.
Otra ventaja es que, mientras que en el pasado solo se podían medir unos pocos rasgos de la personalidad, con los nuevos modelos se ha expandido, permitiendo incluso evaluaciones personalizadas según el tipo de vacante que se quiera cubrir. En una sola prueba se puede abarcar desde las habilidades técnicas y de comunicación a la compatibilidad con la cultura de la empresa o con determinados trabajadores del equipo.
¿Cómo funcionan?
Furstperson, una empresa que desarrolla este tipo de pruebas, es capaz de descubrir la personalidad de un candidato preguntando el grado de acuerdo o desacuerdo con una larga lista de declaraciones como "no me gusta gritar, pero a veces es necesario", o "nunca entendí por qué algunas personas encuentran el arte abstacto atractivo". "Están diseñados para que los solicitantes no puedan averiguar cuales son las mejores respuestas para ser contratados", explican desde la compañía.
Otras pruebas no valoran solo las respuestas sino la cantidad de tiempo que emplean los solicitantes de empleo para contestar, o la cantidad de veces que se desplazan para volver a leer las instrucciones de la prueba.
Sin embargo, las pruebas no son infalibles. "Las pruebas son un buen predictor, pero hay que advertir que no son perfectas. Hay personas que pueden parecer adecuadas sin serlo, y otras que son adecuadas pero no llegan a ser escogidas", advierte Charles Handler, presidente de una firma consultora.