Un herrero moderno que crea bicicletas exclusivas y a medida
- El objetivo de Arregui es crear bicis "funcionales, sencillas y bonitas"
Andrés Arregui es uno de los pocos españoles que fabrica cuadros de bicicleta a medida, un herrero moderno que da vida con sus propias manos, en su taller de Noviciado (Madrid), a joyas exclusivas -no hace dos iguales- sobre dos ruedas, que llegan a ciudades como Madrid, Detroit, Copenhague o Nueva York.
Arregui, doctor en Químicas y amante de la música rara, trabaja con maña y paciencia para conseguir la bicicleta perfecta según las medidas y los gustos de cada persona. "Lo que más me gusta es que siempre se trata de un proyecto nuevo, cada bici es única", explica.
A su taller llegan clientes de un perfil muy variado, tanto mujeres como hombres, que no encuentran en el mercado, donde la oferta es más homogénea, una bici que se adapte a sus necesidades.
Producto exclusivo y a medida
"El producto que ofrezco encaja perfectamente con las medidas de cada cliente y se adapta según prefiera al vehículo para ir a la montaña o moverse por la ciudad", dice Arregui.
Primero, diseña la bici con un programa informático según las demandas de cada uno y luego comienza un proceso que puede prolongarse "durante cuatro meses" y que arranca con el montaje del cuadro (el esqueleto de la bici) y finaliza con el ensamblaje de todos los demás componentes, desde el sillín a los pedales.
Muchas mujeres, asegura Arregui, "no encuentran algunos componentes" en las tiendas convencionales, porque esta industria piensa más "en un nicho masculino". Y las bicis, según el género, cambian bastante, ya que ellas necesitan "un sillín distinto", porque la forma de sus caderas también es diferente, explica el artesano.
Más caro pero más duradero
Aunque los precios de una bici a medida son más caros -una acabada cuesta entre dos mil y tres mil euros-, Arregui no lo considera un artículo de lujo, ya que muchos ciudadanos optan por ella como único medio de transporte. En ese caso, "mejor comprarte algo que te va a durar más tiempo, aunque cueste más", piensa.
"Si tuviéramos menos cosas pero de mejor calidad, seríamos más felices", añade. Así se sienten todos sus clientes cuando reciben la bici, cuyo proceso han podido seguir previamente a través de Internet. "No he recibido ninguna queja todavía", presume Arregui.
El color de los tubos que componen el cuadro es una de las opciones con las que el cliente puede encauzar su lado más fashion. En verde, rojo o un atractivo morado con purpurina, la personalización del color tiene "posibilidades infinitas", explica.
Sin embargo, la estética debe de estar al servicio de la funcionalidad en las bicicletas de Arregui: "Bicis funcionales, sencillas y bonitas", ese su orden de prioridades.
Cada diseño exhuma pasión y dedicación, tanta minuciosidad que del taller de Arregui solo salen unas diez bicicletas al año. Todas especiales, aunque procura no encariñarse con ninguna de ellas. "Sé que sus futuros dueños las tratarán bien", matiza.