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Los empresarios piden un visado para emprendedores para reactivar el tejido empresarial

  • Varios países han aplicado ya el visado para emprendedores
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Fundamental es la palabra clave, el término que repiten emprendedores y algunos especialistas consultados al coincidir en la importancia de incorporar un visado para quienes se planteen hoy arrancar un negocio en España. Hoy, ese mecanismo inexistente en la política migratoria se ve como una palanca para reactivar el tejido empresarial español y posicionar al país como receptor y creador de talento.

¿Pero, qué es un visado para emprendedores? Imagine que quiere hacerse empresario y necesita un socio. Ese socio procede, por ejemplo, de Lima. Es el hombre que necesita. Pues ármese de paciencia: a los 28 días de media que se necesitan según el Doing Business 2013 del Banco Mundial para montar un negocio, sume una horquilla de entre tres meses y un año que puede tardar conseguir que su pareja de baile esté con todos los papeles en regla en España para iniciar ese sueño juntos.

Un visado para emprendedores, especialmente para aquellos vinculados a propuestas innovadoras y start up, es una fórmula que ya se usa en otros países como Irlanda, Chile o Singapur. En Canadá la medida ha sido aprobada hace pocos días.

María Benjumea, presidenta de Spain Start Up y vicepresidenta del Círculo de Empresarios, es categórica al calificar la medida como "importantísima". Asegura que desde el Gobierno la propuesta se ve con buenos ojos, aunque no hay certeza de si en la esperada Ley de Emprendedores anunciada hace meses, y que aún no ha visto la luz, se vaya a tomar en cuenta. Benjumea espera que sí. "Me parece importantísimo para la atracción de talento, como para que se establezcan aquí emprendedores de cualquier parte del mundo que generarán riqueza, nuevos proyectos, inversión y, como consecuencia, de puestos de trabajo", afirma.

Javier de Echevarría, consejero delegado de Labec Pharma, recuerda que un visado de este tipo es un tema que ya se ha puesto en marcha en países de nuestro entorno y que España está a la cola. Dice que lo ven con buenos ojos en el Ministerio de Empleo, con el que ha tenido conversaciones al respecto. Pero asegura que es un tema en el que se involucran otras carteras, como Interior, y por tanto dificulta su avance.

Juan José Güemes, presidente del Centro Internacional de Gestión Emprendedora del IE Business School, es de la misma opinión, y cuenta que esta iniciativa la llevan reivindicando desde hace tiempo, incluso al anterior Gobierno. "Se trata de responder a la competencia que viene, la economía del conocimiento. Las empresas de hoy no son intensivas en capital, sino en conocimiento. Ése es el cambio de paradigma. Es de puro sentido común que la competencia sea por el talento", dice.

Un dato reciente revela que más de la mitad de las start ups de Silicon Valley cuentan entre sus miembros con un inmigrante. "En el campus del IE tenemos 98 nacionalidades, muchas de ellas extracomunitarias. ¿Por qué no les ponemos facilidades para que emprendan aquí? Hemos pasado de tener una legislación permisiva a cerrar puertas. Igual lo que hay que hacer es abrir alguna puerta, la que queramos", apunta. Canadá y Holanda lo están haciendo con graduados y posgraduados de universidades prestigiosas. "Eso es lo que habría que hacer aquí", enfatiza.

De todo, salvo permisos

"Tenemos todo para atraerles, salvo que no tenemos permisos", agrega Güemes. Este tema, sobre las condiciones favorables de España como lugar para vivir, es un punto a favor también para José Mariano López Urdiales, emprendedor y fundador de Zero2infinity, una start up que trabaja en el campo de la tecnología aeroespacial. "Ese visado es importante y nos puede distinguir. Podría ser una ventaja competitiva como país", asegura.

No obstante, esta opción no debería ser exclusiva de empresas recién nacidas. Juan José Güemes lo ve así. "El visado debería ser tanto para start ups como para empresas de cualquier otro tamaño".

Amadeo Petitbò, catedrático de economía aplicada de la universidad Complutense de Madrid, está a favor de cualquier medida que apoye la inversión. "Me parece totalmente oportuno, con independencia de que el emprendedor sea español o no. Si se pueden facilitar procesos de inversión a extranjeros, mucho mejor", dice.

¿Y qué sucede con quienes no van a montar una empresa, sino que son llamados por una y son extracomunitarios? No lo tienen tan fácil. Labec Pharma, donde trabaja Javier de Echevarría, se dedica a la distribución de métodos diagnósticos avanzados para su uso clínico. Y ahí precisamente ha residido una de las dificultades. "En España hay muy buenos profesionales, pero hay especialidades en las que hay que tirar de gente de fuera", explica.

Su caso lo dice casi todo. "La etapa inicial de nuestra empresa se desarrolló en la Universidad de Standford. Intentamos que se vinieran al negocio varios científicos de primer nivel, pero los papeleos y los requisitos que se exigen lo hicieron inviable. No puedes ofrecerles precariedad", cuenta. Las respuestas por parte de la Administración fueron claras: primero un permiso de seis meses, luego la posibilidad de prorrogarlo dos años..., aunque depende de factores tan aleatorios como la situación personal y el desarrollo de la empresa. "No es tanto el coste que supone como el papeleo y la inseguridad. Los que vienen tienen que centrarse en el proyecto para que de verdad funcione", añade.

Y esto se puede aplicar tanto para una empresa de estas características como para otras. Otras tan cercanas como el restaurante al que llamamos para cenar algo.

Limitaciones

El caso de Laura Román es un ejemplo de libro. Ella, junto con su esposo, están en plenas gestiones para montar un restaurante de comida libanesa, pero el cocinero que quieren -que es especialista en una rama específica de este tipo de cocina- vive en Líbano, y lograr que venga a España a trabajar es una de sus principales trabas. Hasta ahora lo que les han aconsejado, incluso desde la misma Administración Pública, es que busquen a un cocinero que viva en España.

A ese problema también se enfrentó José Mariano López Urdiales. Él cuenta que, en un momento determinado, quisieron contar con dos extrabajadores de la Nasa altamente capacitados, pero que no pudieron lograr que vinieran a integrarse al equipo de trabajo.

José Mariano López Urdiales dice que les querían contratar, pero que al final les resultaba mucho más fácil que no coticen aquí y que no vengan, y eso, subraya, no puede ser. Uno de ellos venía a España de vez en cuando. "La empresa debe hacer lo que sabe, no dedicarse a navegar por dentro de la Administración", afirma.

"Me parece fundamental que en España se pueda contratar a personas de alta cualificación que sean críticas para la viabilidad de negocios de innovación. España es un sitio en el que muchas personas, a mediados o finales de su carrera, quieren vivir, pero si pueden venir a formar a un equipo de ingenieros o informáticos o químicos muy motivados, como los jóvenes españoles, podrían venir de fuera de la Unión Europea -como rusos, noruegos o norteamericanos-, sería clave en la recuperación económica", explica. Según su experiencia, estos procesos se solían demorar entre tres meses y un año, aunque el asunto ha ido mejorando. "Tiene que ser automático. Con yo decir que esta persona es interesante y hacerle una oferta de más de 60.000 euros brutos debería ser suficiente. Si me voy a Japón, Corea o Estados Unidos a por alguien es porque no lo encuentro aquí", dice. Tradicionalmente, asegura López Urdiales, es casi inviable introducir a estas personas con todas las facilidades, como asegurar que vendrán con sus familias a la empresa. Ese pasaporte no es la solución, pero es parte de ella.