Elecciones Autonómicas-Municipales 2015

Ciudadanos, de llave a llavero: inconvenientes (y una gran ventaja) de menguar al cocer

    Albert Rivera, líder de Ciudadanos. <i>Imagen: EFE</i>

    Carlos Mier

    Especial 24M. En números fríos, el gran salto de Ciudadanos a la piscina olímpica de la política nacional se ha quedado en poco más que un pequeño brinco en la pileta del jardín. Con las chancletas puestas. Pero, como casi siempre sucede en estos casos, conviene ser cauto en el análisis porque en política el filo puede sorprenderte en el lado del cuchillo más insospechado.

    Vamos con los datos. Ciudadanos es tercera fuerza municipal con el 6,55% de los votos según los números oficiales del Ministerio del Interior (Podemos no aparece al estar integrado y con otros nombres en numerosas candidaturas de unidad popular) y la formación naranja ha pasado de 11 concejales a 1.527 y ha obtenido presencia en todas las provincias de España, incluidas Ceuta y Melilla, además de unas nada testimoniales 50 alcaldías. Algo que ni los más optimistas del lugar podían esperar a principios del año de todas las elecciones.

    Sin embargo, si se juzga el escrutinio naranja a golpe de calculadora, la primera lectura invita a pensar que el partido de Albert Rivera sale debilitado del envite territorial. Y lo hace al no conseguir forjar el molde de esa llave maestra que serviría para desbloquear supuestas cerraduras de gobiernos del Partido Popular. Un idilio -nunca reconocido, por otra parte- que pronostican analistas de todo pelaje, con el siempre conveniente apoyo de encuestas y el influjo de la inflación televisiva.

    Por todo aquello de las expectativas, el resultado más bien serio de un partido joven (al menos en su versión king size) quizás haya dejado el regusto de un caramelo fugaz en la boca del casi millón y medio de votantes que depositaron su confianza en forma de papeleta.

    Los toros desde la barrera

    Pero siempre hay un pero. Aun teniendo en cuenta la posible desilusión que provoca el sonido de un globo al perder aire y la profetizada madre de todas las muletas se haya quedado en muletilla, nunca hay mal que por bien no venga. A excepción de la Asamblea de Madrid, donde el riesgo daltónico de confundir el naranja con el azul podría resultar demoledor, Ciudadanos no será clave ni en las principales comunidades ni en grandes ciudades.

    En esos complicados ruedos, facilitar gobiernos del PP (aunque no se entre al mercadeo de sillones) podría ser un lastre demasiado pesado de cara a unas generales en las que Albert Rivera quiere presentarse como adalid de esa tercera vía anti-bipartidista para conseguir ser el nuevo niño bonito del hemiciclo nacional.

    Además del mencionado problema Cifuentino de última hora, Ciudadanos solo tendrá algo que decir en los casi-gobiernos populares de Castilla y León, La Rioja y Murcia, donde el foco mediático se reduce a unas colas del telediario y a una columna de salida en los periódicos nacionales.

    En la carrera a la Moncloa, Podemos, a pesar de haber marcado músculo y haber erizado el vello a más de uno, podría salir peor parado. La siempre pérfida erosión postelectoral afila la navaja a la vuelta de la esquina. A diferencia de Rivera y los suyos, ellos sí tendrán que sacar el capote para torear pactos de toda suerte y color con la casta del PSOE. Además, salvo contadas e importantes excepciones, lo harán en la posición débil, con la esquizofrénica desnudez que implica no 'pinzar' los gobiernos del PP. Mientras tanto, Rivera se ajustará el traje de luces desde el lugar en el que mejor se puede presenciar una corrida. Desde la barrera.