Elecciones Autonómicas-Municipales 2015
Mariano Rajoy y las victorias pírricas
Carlos Mier
Especial elecciones 24M. Con una resaca electoral de proporciones épicas, no ponerse legendario sería un error a parte de una locura. Así que vamos allá. Doscientos y pico años antes de Cristo, hace ya un rato, un general de Macedonia abonaba su leyenda venciendo en un par de ocasiones a una ya expansiva y arrolladora República Romana. Sin duda, una heroicidad merecedora de entrar en los anales de la Historia.
Sin embargo, Pirro de Epiro, que así se llamaba el general, sería recordado para siempre como el tipo que ganaba perdiendo y viceversa. Los daños de la batalla, a pesar de salir victorioso sobre el papel, le condenaban a una derrota a largo plazo. Sus hazañas bélicas fueron tan obviamente pírricas, que el contrariado caudillo griego nos legó una de esas frases lapidarias que hacen las delicias de los historiadores: "Otra victoria como esta, y volveré solo a casa".
Pues bien. Hoy Mariano Rajoy es Pirro de Epiro, pero con más problemas. Además de asimilar su 'victoria' contra la Roma de las izquierdas, que se ha metido el poder territorial en el bolsillo perdiendo en casi todas las plazas, el presidente también deberá enfrentarse a la peor de las batallas: la que pelea contra los suyos y en última instancia, contra sí mismo.
El PP ha sido la fuerza más votada en las elecciones municipales con más de seis millones de votos y un 27% de los sufragios, pero se va de la contienda con 2,4 millones de sobres lacados menos que en 2011. Valga el dato: desde 1995, los populares no habían bajado de los 7,3 millones de papeletas en cita municipal. El castigo es tal, que en 10 de las 13 comunidades autónomas en liza y en 38 de las 52 capitales de provincia ha sido el partido más votado, pero de tanto embarrar la campaña y vender el 'o nosotros o el caos' se ha acabado por activar el miedo al orden imperante.
El caso es que ganándolo casi todo perderá la mayoría de aldeas populares, incluidos feudos estratégicos de ascendencia conservadora ancestral, como Madrid, Valencia o Valladolid, además de algunas inesperadas incursiones en territorio socialista de las razzias de 2011, como Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón. El PSOE, con su peor (mejor) resultado histórico, podría conquistar ocho comunidades autónomas si Podemos no se pone excesivamente exquisito y tan solo la Asamblea de Madrid actuaría como bálsamo en forma de aldea gala popular con la 'roja' Cifuentes al mando y el permiso de Ciudadanos.
Ahora, a pesar de que la táctica del avestruz haya dado resultado en más de una ocasión, al presidente no le queda más remedio que mover ficha. Aunque se insista en el mensaje ganador, las caras largas de las comparecencias de sus lugartenientes tras el interminable escrutinio hablaron más claro que mil palabras de autocomplacencia.
Así que a Rajoy le toca activar el plan de choque. La mermada posición como secretaria general de una Cospedal derrotada en Castilla La-Mancha a pesar de un pseudopucherazo a medida, el espinoso asunto de mantener a Aguirre como Presidenta del PP desde la siempre triste oposición municipal o el cada vez más animado enfrentamiento con los partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría parecen ser los asuntos más urgentes.
El objetivo, no pinchar en el camino a las generales de noviembre (o cuando quiera que sean). Parece que el mensaje de la recuperación macroeconómica no es suficiente. En su particular lucha por mantenerse en el poder, Rajoy espera no acabar como Pirro de Epiro: Ganador, sí, pero cautivo, solo y desarmado.