España, ahora ya en serio: cuatro propuestas de eslogan para una campaña en bucle
Carlos Mier
Hablábamos de 2015 como el año de todas las elecciones, los 365 días definitivos, los 12 meses que lo cambiarían todo, la rave política más loca de la democracia española antes de afrontar nuestra particular resaca de cuatro años. La necesidad de ponerse de acuerdo, la fiesta del pacto, el goce de romper los tabúes y las líneas rojas por el bienestar de la ciudadanía. La Segunda Transición con mayúsculas. Asaltar los cielos. La leche.
Inocentes electores. No teníamos ni idea de la que se nos venía encima en 2016. Ya hace unos días que Felipe VI pitó el final del partido y mandó a los jugadores a refrescarse antes de disputar una prórroga cantada en la que los entrenadores miran al banquillo y solo ven asientos. Nada cambia si nada cambia, y nada parece que vaya a cambiar. O muy poquita cosa.
Por no ponerse de acuerdo, no se ponen ni para reducir el gasto de unas elecciones que costarían a los agujereados bolsillos estatales unos 160 millones de euros, según cálculos del ministerio del Interior. Otro buen fajo de billetes. Porque en 2015, contando autonómicas y municipales, se gastaron 317 millones y seguimos para bingo.
Este jueves, no vaya a ser, los partidos organizaron un picnic de esos en el Congreso en los que hay unas cuantas burras para subirse. Salieron como entraron, pero un poco menos jóvenes. No hay pacto sobre el techo de gasto de cada formación (los emergentes pretenden reducirlo drásticamente a una cantidad común, avispados ellos, y el bipartidismo de manera proporcional sobre lo gastado el 20D, avispados ellos también) ni sobre esa palabra rara, el 'mailing', que viene a ser recibir en tu buzón sobres de propaganda que seguramente no vayas a abrir. O, si te decides, lo hagas para no leer con mucha atención lo que pone en la carta por la sencilla razón de que lo más probable es que ya tengas decidido tu voto desde hace más o menos seis meses. Porque ya te sabes lo que pone, básicamente.
Por la banda contraria está el tema de la cartelería y los trípticos y las cosas bonitas. La oficial y solemnemente denominada 'publicidad exterior'. En eso sí que parece haber acuerdo para suprimir la totalidad de caretos y eslóganes en farolas, autobuses y paredes, con la única oposición de los partidos nacionalistas. Democràcia y Llibertat y PNV se resisten a abandonar el embrujo de esa cabeza de lista, bien peinada, sonriente y con mirada sincera hacia un futuro lleno de nubarrones negros plantada en un andamio de obra justo donde doblas las esquina para ir al curro. Por si se lo piensan dos veces, aquí lanzamos una propuesta de eslóganes que podrían volver a decorar nuestras soleadas (o lluviosas) calles de aquí al 26 de junio. Por aquello de que algo cambiara.
Partido Popular: Del 'España en serio' al 'España, ahora ya en serio'
Mariano Rajoy insinuando (guiño, codazo) que los demás van en broma. Cinco mesazos después de desaparecer técnicamente del mapa, parece que la cosa por fin va en serio. No hay encuesta que no dé por vencedor al Partido Popular y ahora la urgencia está en que los 'serios' vayan a votar otra vez y que parte de los bromistas se quede en casa. Quizás el sorpasso podemita al PSOE sea la primera piedra para intentar una Gran Coalición 'king size' con Ciudadanos de aliado y los socialistas borrándose en investidura por mayoría simple con la presión de estar cerca de un año sin moverse un papel en el Gobierno central. Algo habrá que hacer, llegado el caso. Lo demás son "zascandilerías", que diría el presidente funcional.
PSOE: De 'Un futuro para la mayoría' a 'Un futuro para Pedro Sánchez'
Él se lo creía. Por un momento Pedro Sánchez cerraba los ojos y se veía viviendo en la Moncloa. Pero todo se volvió negro y el sueño se tornó pesadilla. Ahora le toca apretar las mandíbulas y acudir a un envite al que llega desgastado de tanto foco y con sensación de derrota. Da la impresión de que el cuestionado líder socialista arrastra su figura hacia el 26J porque hace ya un tiempo que el PSOE se empeña en superar su resultado anterior pero en sentido contrario a sus intereses. El suelo de Ferraz se parece mucho a una de esas placas de hielo que se rajan peligrosamente antes de caer al agua. Y en el fondo espera un Congreso para elegir secretario general retrasado indefinidamente y una buena pléyade de pirañas hambrientas que creen tener la fórmula mágica para reflotar el partido.
Podemos: De 'Un país contigo' a 'Un país contigo... bueno y con IU también'
Las orejas al lobo. Después de desplantes y sinsabores, la confluencia ya está aquí. El cuarto de militancia de Izquierda Unida con ganas de participar de la democracia interna ha rubricado un cheque en blanco esta semana y Pablo Iglesias y Alberto Garzón tendrán (ahora sí) vía libre para hablar de listas (y de listos) en una negociación que se antoja tan sinuosa como los límites territoriales de cada comunidad autónoma. Había que dar un golpe de efecto para evitar la desmovilización de la izquierda y así lo han hecho. El objetivo, ser segunda fuerza política y poner al PSOE en la que podría ser la tesitura más comprometida en sus 137 años de historia. Elegir entre un gobierno del PP o un gobierno de Pablo Iglesias. Casi nada.
C's: Del 'Vota con ilusión' al 'Vota ya como quieras pero vota, por favor'
El CIS publicaba hace unos días una preocupante encuesta para Ciudadanos: un 14,3% de los votantes del partido naranja el 20D habría optado por otro partido de haber sabido el resultado de las elecciones, el porcentaje más alto de los que cambiarían de papeleta. Por eso el partido del Albert Rivera ya no dirá aquello de 'vota con ilusión', o al menos no la hará con tanta ínfula, porque lo que pedirán a sus simpatizantes es que les voten, ni más ni menos. Después del pacto a ninguna parte firmado con el PSOE y de los guiños al PP pidiendo un gobierno a tres sin Rajoy, el 'vale todo' de Rivera y los suyos puede no haber sentado bien en aquellos que pedían borrón y cuenta nueva pero sensatamente, sin sobresaltos. Con el suflé un poco venido a menos y sin mucha capacidad para renovar el relato, Ciudadanos enfrenta la reválida de su salto al Congreso.
Un dato para acabar: la encuesta del CIS antes citada indicaba que dos de cada diez españoles podrían cambiar su voto de cara al 26 de junio. En ese 20% de baile estarán las habichuelas del gobierno. Y lo demás, eslogan.