Estados Unidos
Los cinco objetivos de Mitt Romney en Tampa para derrotar a Obama
El arranque de la Convención Nacional Republicana estuvo marcado por los discursos ofrecidos ayer por Ann Romney, la mujer del candidato presidencial republicano, y el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. La esposa de Mitt Romney agració a los allí presentes con un mensaje basado en el amor y la confianza.
"Hoy no he venido a hablar de lo que nos separa, sino de lo que nos mantiene unidos como una familia estadounidense", dijo Ann, cuyo marido recibió ayer la nominación presidencial del Partido Republicano apenas unas horas antes de su discurso.
"Esta noche quiero hablar con usted sobre el amor", añadió. La madre de los cinco hijos del candidato a la presidencia determinó que "nadie va a trabajar más duro" que su marido al mando de la economía más grande del mundo. "Este hombre no nos va a fallar", reiteró.
Por su parte, Christie dejó claro que "nuestros líderes a día de hoy prefieren ser populares antes de hacer sus deberes", afirmó en clara referencia al presidente de EEUU, Barack Obama."Tenemos que pedir a nuestros líderes que dejen de atacarse y comiencen a trabajar juntos, que elijan el respeto antes que el amor", añadió.
Cierto es que durante las próximas 48 horas, Romney y su equipo deben poner toda la carne en el asador con el fin de conseguir atraer la atención de aquellos que todavía dudan de la figura del que fuera gobernador de Massachusetts.
En primer lugar, el republicano debe "conseguir un nivel de comodidad con los votantes", según explica al Houston Chronicle, Steven E. Schier, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Carleton. "Romney debe demostrar que entiende las dificultades que enfrentan muchos ciudadanos en tiempos difíciles para la economía, añade.
Al fin y al cabo esta es una tarea más fácil que la del presidente Obama, quien debe convencer a los votantes que desaprueban tanto su rendimiento como sus políticas, que deben seguir depositando su confianza en él.
Por otro lado, Mitt Romney, un empresario nato, es consciente del valor que tiene una marca fuerte y sostenible frente al electorado. Por esta razón debe trabajar en reconstruir la imagen republicana, vapuleada antes incluso de que el aspirante al Senado por Missouri, Todd Akin, hablase del concepto de "violación legítima".
Una encuesta de McClatchy-Marist revela que sólo tres de cada diez estadounidenses aprueba a los republicanos en el Congreso. Romney debe reintroducir un nuevo Partido Republicano que atraiga a los veinteañeros y latinos de tendencia demócrata.
En tercer lugar, la campaña de Romney debe aprovechar el momento generado en Tampa para agudizar su enfoque en la recuperación económica tras las distracciones de Todd Akin y el huracán Isaac.
Si el candidato presidencial consigue orientar su discurso hacia la economía nacional, Romney tendría un buen as bajo la manga. Sin embargo, si la atención se desvía al aborto, el matrimonio gay y otros temas sociales, su campaña podría sufrir un duro golpe.
Por supuesto, además de centrar la atención a la economía, Romney debe explicar al electorado sus propuestas de forma clara y concisa. Pese a haber presentado un plan económico de 59 puntos, los ciudadanos necesitan ser capaces de recordar alguno de ellos. Romney quiere rebajar la tasa sobre los ingresos corporativos hasta el 25 por ciento e imponer un tipo impositivo del 20 por ciento para los individuos, entre otras propuestas.
Sean Theriault, politólogo de la Universidad de Texas explica al Houston Chronicle que "para alguien que ha sido candidato a la presidencia durante al menos siete años, Romney es todavía una incógnita para el público estadounidense".
Por último, Romney debe centrar su atención en atraer al votante indeciso e independiente. Barack Obama se convirtió en el primer demócrata en 12 años que logró atraer a una mayoría de los votantes independientes en 2008, capturando el 52 por ciento frente al republicano John McCain.
Sin embargo, dos años más tarde, los ciudadanos independientes abandonado el Partido Demócrata en masa, ya que seis de cada diez republicanos votaron por los candidatos al Congreso