Estados Unidos
Cómo hundir a un político en EEUU
Relaciones adúlteras, afición por las prostitutas, 'pilladas' fuera de micro, homosexualidad encubierta, vínculos con el islam, divorcios, coqueteo con las drogas y hasta peleas de instituto. Cualquier excusa puede convertirse en un motivo de peso para hundir la carrera de un político en EEUU, especialmente, en medio de una campaña electoral.
A un par de semanas de haberse iniciado la carrera por la Presidencia en EEUU, Barack Obama y Mitt Romney comienzan a desenfundar sus armas más potentes para tumbar a su oponente y servir de cortafuegos a toda aspiración que implique una estancia de cuatro años en la Casa Blanca.
El público de EEUU, acostumbrado a recibir mucha información sobre la vida personal de sus políticos, en parte debido al gran auge de las nuevas tecnologías, devora compulsivamente cada revelación sobre el pasado -incluso el más remoto- de los candidatos.
Solo así es posible comprender el furor que causan artículos como el publicado esta semana por The Washington Post, que ha sacado a la luz la faceta desconocida de Romney como... matón de instituto. Según el diario, el candidato republicano acosó con 15 años a uno de sus compañeros de clase, del que se pensaba que era homosexual. Junto con otros cuatro compañeros, encerraron en una habitación a su víctima, John Lauber, y le cortaron el pelo.
La estrategia del perdón
Romney no ha querido suscitar mayor polémica y ha recurrido a la estrategia más común tras una 'pillada' de este tipo en la escena política norteamericana: pedir perdón.
Eso mismo le valió a Bill Clinton, que a punto estuvo de perder la Presidencia tras haber mentido bajo juramento sobre su relación con su becaria, Monica Lewinsky, con quien mantuvo relaciones sexuales. Clinton pidió disculpas, Hillary pasó el trago y el presidente, que ya recorría el tramo final de su segundo mandato, terminó haciendo mutis tras el estruendo.
Los escándalos sexuales han acabado con las carreras de muchos políticos en EEUU. Demócratas o republicanos, la moral de la sociedad norteamericana no hace distinciones entre colores, y termina relegando a una visibilidad nula a los confesos. A pesar de que pidan perdón.
Eso les sucedió a al gobernador de Carolina del Sur Mark Sanford en 2009, al desaparecer cinco días en Buenos Aires junto con una amante argentina a espaldas de su mujer; al senador por Utah John Ensign, en 2011, cuando dimitió tras conocerse su relación extramatrimonial con su asistente de campaña; al excandidato demócrata a la Casa Blanca, John Edwards, quien también tuvo que admitir su relación adúltera con una asistente o a Eliot Spitzer, exgobernador de Nueva York, pillado con prostitutas. El caso de Spitzer tuvo una importante repercusión a nivel internacional, y la imagen de la rueda de prensa que dio, acompañado de su mujer, para pedir disculpas, fue memorable.
La homosexualidad encubierta es otro motivo de escándalo rápido que hunde carreras políticas. Aunque más complicado de descubrir, las hemerotecas nos recuerdan el caso del diputado republicano Mark Foley, quien tuvo que dimitir tras ser soprendido seduciendo a jóvenes ujieres del Capitolio desde 2003 mediante el envío de SMS.
Convertir el error en responsabilidad
Otra manera de enfrentarse a las meteduras de pata del pasado es apechugar con los hechos. Así lo demostró George Bush durante su campaña electoral en 2000, cuando fue pillado a micro abierto comentándole a Dick Cheney que uno de los periodistas que se encontraba en la rueda de prensa era un "idiota". Bush nunca se disculpó por el comentario y el periódico tuvo que salir en respaldo a su trabajador, a quien describió como un "experto analista político" cuyo trabajo era "honesto y correcto".
Barack Obama tampoco es de pedir disculpas, aunque sí justificó su coqueteo adolescente con las drogas durante la campaña que le enfrentó al republicano John McCain en 2008. El actual presidente de EEUU dijo que su consumo de drogas había sido "experimental", y lo atribuyó a una "juventud muy difícil". Su pasado musulmán debido a la procedencia africana de su padre también jugó en contra del candidato ante la opinión pública durante un tiempo, aunque al final de la campaña, se demostró que Obama había superado una anécdota que, sin embargo, fue capaz de atemorizar a los sectores más reaccionarios del país.
El embarazo 'indeseado' de Sarah Palin
Otra experta en dar la cara ante una circunstancia complicada de campaña fue la exgobernadora de Alaska Sarah Palin, quien se encontró con su hija de 17 años embarazada y defiendiendo, a la vez una moral tradicional y cristiana. Palin recondujo la situación luciendo a su hija embarazada junto a su novio, que tuvo que comprometerse con la adolescente, durante los mítines. Tras el fracaso electoral, el chico dejó a la joven Palin y al hijo de ambos.
Aún quedan muchos meses de escenario electoral en EEUU y las vidas pasadas de ambos candidatos y de sus equipos seguirán dando que hablar. Todos ellos se verán obligados a caminar sobre una fina cuerda que, consciente del hambre del público por las meteduras de pata en las biografías de los políticos, podría romperse en cualquier momento y truncar las aspiraciones más ambiciosas de todos ellos con un solo click.