Volkswagen, en la encrucijada
elEconomista.es
La mancha que supone el trucaje de motores en Volkswagen (VW) no encuentra límites a su expansión. En sus inicios, el fraude ya mostraba una gran envergadura, pues suman 11 millones los automóviles que montan motores diésel trucados para camuflar sus emisiones de óxido de nitrógeno. Esta semana, la autoridad medioambiental de EEUU llevó la sospecha hasta los todocaminos y berlinas de alta gama alimentados por gasóleo.
Lejos de detenerse ahí, el fraude también afecta a las emisiones de dióxido de carbono de 800.000 vehículos, entre los que hay también motores de gasolina. Este último capítulo demuestra hasta qué punto los responsables de VW se precipitaron al asegurar que el escándalo en nada concernía a los beneficios del Plan Pive que recibieron los compradores de sus vehículos en España.
La realidad es que la empresa tendrá que devolver esas ayudas y la bonificación al impuesto de matriculación que recibieron 50.000 coches que violan la normativa de emisiones. VW no puede permitirse más errores de cálculo de ese tipo, aun cuando parece capear el temporal en las cifras de ventas de octubre. La empresa se encamina hacia un momento financiero delicado, con vencimientos de deuda por valor de casi 35.000 millones en dos años, mientras sus responsables dan la impresión de verse superados, cada semana, por nuevas ramificaciones del escándalo.
Por si fuera poco, el frente judicial ya está abierto y no es descartable un aluvión de sentencias que incluso obliguen a compensar a los afectados por el fraude con nuevos vehículos que sí cumplan las leyes. VW se halla en una encrucijada financiera y reputacional que sólo se resolverá aclarando, con la máxima celeridad, el alcance del fraude.