Frente para aislar el contagio
El nuevo Gobierno heleno ha fracasado en su estrategia. Inició la semana embarcado en una maratoniana gira europea, más diseñada para tantear apoyos que para encontrar soluciones al problema de su deuda. Lo demuestra el hecho de que la visita al acreedor más correoso, Alemania, no se produjo hasta ayer, al final del periplo. A lo largo del tour, sin embargo, Atenas intentó mostrarse conciliador, hasta el punto de no hablar más de quita, sino de canje de bonos. Pero el ministro Varoufakis tendió la mano esperando contrapartidas, como dilatar hasta mayo la negociación de la nueva etapa del rescate financiero, que expira en tres semanas, sin concretar cómo culminará los ajustes imprescindibles para que el auxilio se prolongue.
El desenlace ha sido el esperado: un cambio unilateral de las reglas del juego es inaceptable para los acreedores, como ayer reafirmó el ministro Schäuble, y el Gobierno heleno se refugia, de nuevo, en su retórica anti-austeridad y contraria a Alemania. Puede afirmarse que la gira europea de Tsipras y Varoufakis fue completamente inútil si no se percataron de que, por boca de Schäuble, habló toda la zona del euro. De Lisboa a Berlín domina la convicción de que es preferible formar frente común ante Grecia (aunque eventualmente implique su salida del euro) a volver a cuestionar las bases de la Unión Monetaria haciendo concesiones a un Gobierno populista. Atenas debe tener claro que la eurozona no aceptará los riesgos de un contagio que empezará por España o Italia. Del mismo modo, Tsipras tiene que asumir que nunca ha estado en posición más precaria para negociar, vinculado al BCE por el único hilo de la financiación de emergencia. Su salida del euro es factible.