Atenas debe mostrar más cautela
Si algo caracteriza al nuevo Gobierno griego es su propensión a lanzar mensajes equívocos. La semana pasada, el primer ministro, Alexis Tsipras, se mostraba conciliador al asegurar que su país cumpliría el objetivo de déficit de 2015 y que ajustaría el ritmo de devolución de deuda a las previsiones de crecimiento, lo que genera altas expectativas para este ejercicio, en el que el PIB avanzará un 3 por ciento. Sin embargo, ayer, una vez embarcado en su gira europea, Tsipras viró de nuevo y abogó por la "necesidad" de abolir la troika, seguramente estimulado por los rumores acerca de la disposición de Bruselas a hacer guiños a Atenas en futuras negociaciones.
Sin embargo, más lejos llegó su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, quien en tono triunfal aseguró que "en días u horas habrá un acuerdo definitivo" sobre la devolución del pasivo. Varoufakis habló así tras entrevistarse en Londres con su homólogo británico, George Osborne, para quien el enfrentamiento entre la eurozona y Grecia "es el mayor riesgo para la economía mundial".
Convendría que Varoufakis prestara más atención al parecer de su colega alemán, Wolfgang Schäuble, que es tajante: nada de abolición de la troika ni tampoco de acuerdo exprés sobre la deuda griega, que pueda agraviar a países como España obligados a hacer dolorosos ajustes. Además, el cálculo de riesgo de Osborne es discutible y, precisamente gracias a la troika, la exposición de los bancos europeos al bono heleno es muy reducida, de manera que incluso una salida de Grecia del euro es asumible. Éste es el escenario que Varoufakis, y también Tsipras (pendiente aún de fijar una entrevista con la canciller Merkel) deben considerar y ser más cautelosos en sus mensajes.