Editoriales

Iglesias está obligado a dar la cara



    Nuevas pruebas ponen en evidencia la ingeniería fiscal de la que se sirvió durante años el actual secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, para eludir impuestos a través de su productora audiovisual, Con Mano Izquierda (CMI). Este periódico ya reveló cómo Iglesias practicó un doble juego, en la medida en que CMI estaba dada de alta como asociación sin ánimo de lucro en el Ministerio del Interior, con los beneficios fiscales que esa situación reporta. Sin embargo, paralelamente, ofrecía servicios comerciales, a través de anuncios en internet donde publicitaba sus bajos precios. La respuesta de Iglesias ante los indicios de una práctica que puede constituir un delito se limitó a desmentir las irregularidades, y retar en los tribunales a quien las defienda.

    El líder de Podemos, por tanto, fue incapaz de disipar las sospechas que ahora crecen con las declaraciones de uno de sus antiguos socios, Enrique Riobóo. El fundador y copropietario de Canal 33 asegura que, entre 2012 y 2013, pagaba a Iglesias por conseguir programas de la iraní Hispan TV que luego se emitían en Canal 33. Según Riobóo, la mayor parte de esos pagos (1.500 euros, sobre un total de 2.000 al mes) se hacían en negro, a través de CMI, con la coartada de que se destinaban al sostenimiento del programa La Tuerka, ligado con los supuestos fines culturales de la productora.

    El uso de CMI como una tapadera fiscal es cada vez más evidente; Iglesias tiene que dar la cara y mostrar las mismas pruebas de limpieza que exige a sus adversarios políticos. Un partido que aspira a presentarse a las autonómicas con marca propia no puede hacerlo bajo el liderazgo de quien, en sus negocios, aseguraba que "cuantas menos facturas, mejor".