Editoriales
La banca afronta más exigencias
Quienes esperaban que tras los test de estrés del BCE empezara una nueva era para la banca europea, alejada del estado cercano a la emergencia en el que las entidades operaron, sobre todo desde 2012, tendrán que encajar una nueva decepción. Pese al extremado rigor que el eurobanco aplicó en sus simulaciones, y al alto número de aprobados, lo cierto es que los mercados están en guardia. Prueba de ello es el hecho de que el 60% de la gran banca europea cotiza por debajo de su valor en libros.
Los inversores creen que esas entidades aún necesitan capital. Por descontado, las sospechas se ciernen sobre los bancos que suspendieron los test, cuyo origen es sobre todo italiano y griego. Pero también se hallan bajo observación varios aprobados austriacos, alemanes, franceses, británicos y españoles (Sabadell y Popular), pese al buen resultado general que obtuvo el sistema financiero de nuestro país.
Pero no es el escrutinio de los mercados el más duro que acecha a las entidades. La anhelada unión bancaria europea supondrá aplicar una misma, y estricta, supervisión. Además, el G-20 que mañana comienza, discutirá un ahondamiento de los controles. Estos, hasta ahora, se ceñían a los recursos más seguros de los que dispone un banco (capital propio y reservas). Con la vuelta de tuerca que puede darse en la reunión de Australia también serían regulados los activos de categoría inferior, llamados Tier 1 Adicional. En el caso de los grandes bancos, las condiciones pueden endurecerse hasta exigirles un colchón equivalente al 20% de sus activos. Con este redoblamiento de exigencias, es ilusorio esperar una recuperación rápida del crédito que apuntale la recuperación.