Editoriales

Retirada acertada de Arturo Fernández



    El caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid aún será objeto de una larga y compleja investigación, pero, desde sus inicios, está mostrando ya ciertos rasgos que lo diferencian de otros escándalos de corrupción política-financiera que han estallado recientemente en España. Bien sea voluntariamente o forzados por las organizaciones a las que pertenecen, lo cierto es que no pocos de los señalados por el uso de las tarjetas black, puestas en circulación por el expresidente Miguel Blesa y sus directos colaboradores, han devuelto los importes de los que se beneficiaron e incluso han abandonado los cargos representativos que ocupaban.

    Las actitudes cínicas de quienes se niegan a reintegrar cantidades, e incluso justifican el haberlas percibido, como hace el exdirector de comunicación de Caja Madrid Juan Astorqui, afortunadamente constituyen una minoría. A ella tampoco pertenecerá el presidente de la patronal madrileña, Arturo Fernández, en la medida en que el todavía cabeza de CEIM planteará hoy a su junta directiva el abandono del cargo con motivo del escándalo de las tarjetas opacas.

    A Fernández se le atribuyen 37.300 euros en gastos por este medio entre 2010 y 2012, que asegura haber devuelto. Más de 10.000 euros, según la investigación, revirtieron en su propio grupo de restaurantes, ahora en concurso de acreedores. El líder empresarial madrileño reacciona evitando aferrarse al cargo, una actitud que evita una lucha interna en la patronal CEOE. No en vano todavía cuenta con apoyos dentro de la organización que preside Juan Rosell. Con su marcha, contribuye a que Rosell conserve intacto su liderazgo, en un momento clave para el desarrollo de la incipiente recuperación económica.