Editoriales
Editorial: Draghi actúa para evitar la deflación, ahora les toca a los gobiernos
Mario Draghi volvió a sorprender. Las medidas anunciadas por el presidente del BCE indican que la situación es grave hasta el extremo de que las economías del continente, grandes y pequeñas, están a punto de despeñarse por el precipicio de la deflación y de un crecimiento débil que puede llevarnos a una nueva recesión. Un abismo del que Japón tardó una década en salir y del que todavía se resiente. Un escenario de deflación en Europa ahogaría definitivamente a los países de la periferia, fuertemente endeudados, como es nuestro caso, y convertiría en un espejismo fugaz el mayor crecimiento experimentado por nuestra economía en el segundo trimestre.
Para Grecia, que esta misma semana intentaba renegociar los plazos de pago de su deuda, sería una condena definitiva. Europa ha esperado mucho y se empiezan a tomar medidas, que se deberían haber adoptado hace tiempo, pero sólo se hace cuando el incendio llega a las puertas de París y Berlín. Los Estados del norte y del centro de la eurozona intentaron hacer ver que la crisis era cosa de la periferia, pero se ha desplazado hacia el norte por las equivociones en el diagnóstico y las recetas que se han acometidoestos años. Es preciso poner remedio rápidamente.
Artillería pesada
Por eso Mario Draghi no ha querido esperar más. El BCE baja los tipos prácticamente a cero -0,05 por ciento- y saca toda la artillería pesada, "porque la recuperación pierde fuelle y las expectativas de crecimiento de la inflación se deterioran". Tras la discusión entre ortodoxos y heterodoxos se impusieron con mayoría suficiente medidas mucho más agresivas de lo que esperaban los analistas. Es el caso del programa de compra de activos -un QE a la europea-, centrado en préstamos a particulares y empresas, pero que Draghi no descarta que pueda incluir también deuda. Los detalles y la cuantía, que puede rondar el medio billón de euros, se concretarán en octubre. A ello se sumarán los 400.000 millones del programa de subastas a la banca (TLTRO), aprobado en junio. Unas cantidades que hace un tiempo habrían bastado, ahora quizás sea necesario más. El BCE ha puesto al máximo la máquina de hacer billetes tarde, cuando las alertas saltan hasta en su balance, que en relación al PIB se redujo en los últimos trimestres y empieza a preocupar.
Esa preocupación llevó ayer al Banco Central a tomar decisiones históricas, que dieron nuevos bríos a los mercados para continuar la fiesta alcista que comenzó el miércoles con el acuerdo de alto el fuego en Ucrania. Un impulso que situó al Ibex muy cerca, aunque sin romperla, de la resistencia en los 11.187 puntos.
Máxima velocidad
La política monetaria se pone a máxima velocidad. ¿Es suficiente? El propio Draghi lo dejó claro. "Cada uno debe hacer lo que le corresponde". Los Estados tienen que actuar y acompasar con política fiscal y reformas estructurales la liquidez que fluye en el mercado. La expansión monetaria no servirá para nada si "alguien que -en palabras del presidente del BCE- planea usar este crédito para abrir un negocio tiene que esperar 8 meses para hacerlo y después paga elevados impuestos". El problema de los Estados de la eurozona es que no tienen un presupuesto común ni tampoco una política fiscal común y se resisten a los cambios. Lo mínimo que sus dirigentes deberían hacer para que la situación no llegue a adquirir tintes dramáticos es ponerse realmente de acuerdo. Pasar de las palabras a los hechos, para que el incendio no arrase Europa, y aceptar que ahora la pelota de una recuperación fuerte y sostenida está en su tejado.