Editoriales
Editorial: El fracaso del MAB
Cuatro año y cuatro meses después del primer debut de una compañía en el MAB -paradójicamente, el honor fue del malogrado Pocoyó, hoy en concurso-, ya se puede decir que este nuevo mercado de financiación de proyectos de emprendimiento ha fracasado. Fracaso en inquilinos, cuenta sólo con 23 sociedades, muy lejos de los 800 que barajaban las previsiones más optimistas, y fracaso en capital, ya que en este tiempo apenas ha logrado captar financiación por 195 millones de euros.
Su escasa trayectoria frente a sus homólogos europeos unido al bajón generalizado de las salidas a bolsa en épocas de crisis no justifican, sin embargo, el descalabro de un instrumento necesario para ayudar a las pymes frente a una banca cerrada y cara. Porque la única realidad denunciada por las empresas (y por este periódico) es que el crédito sigue sin llegar a la economía real. Los bancos exigen unos intereses y garantías muy altos para empresas con facturación inferior a los 60 millones.
Esto deja fuera a más del 90% del tejido productivo. Pero es una obligación, y una promesa de este Ejecutivo, explorar todas las vías que faciliten financiación a las pymes. Las empresas tienen ahora otra alternativa en el MARF, el nuevo Mercado Alternativo de Renta Fija pensado para financiar deuda y que se presenta como un sustituto al crédito bancario. La idea es buena -como también lo era la puesta en marcha del MAB-, pero el Gobierno debe pisar a fondo el acelerador de las reformas y aprobar cuanto antes la nueva ley financiera que permitirá a los fondos de inversión y capital riesgo proporcionar financiación a las pymes. Esto demuestra que hay vida más allá de la banca, pero hay que allanar el camino.