Editorial: Relevo generacional en el Santander
Alfredo Sáenz, el número dos de Banco Santander, presentó el lunes su renuncia voluntaria al consejo de administración de la entidad. El que ha sido la mano derecha de Emilio Botín ha decidido irse antes de que el Banco de España resolviera el expediente sobre su honorabilidad y cuando casi tenía la seguridad de que el supervisor iba a dictaminar a su favor. Es un asunto que se remonta a hace veinte años y no reviste especial gravedad, pero Alfredo Sáenz, que se incorporó al grupo en 1994 como presidente de Banesto, estaba sufriendo por ello un desgaste innecesario, no quería que quedara la más mínima duda sobre su trayectoria, ni que ello se pudiera utilizar en contra del Santander. La brillante gestión de Sáenz ha contribuido a posicionar a este grupo en el primer puesto en el ránking financiero español y entre los más importantes del mundo.
Desde hacía tiempo, la opción más clara para sustituirle parecía Matías Rodríguez Inciarte, pero el grupo finalmente ha decidido aprovechar los cambios para hacer un relevo generacional en su cúpula. El nombramiento de Javier Martín, un hombre de la casa desde hace 22 años en los que ha cosechado importantes resultados, recoge el testigo para una generación de ejecutivos -como los recientes nombramientos en Brasil y Latinoamérica- nacidos en los sesenta. Los mercados acogieron con subidas de los títulos de la entidad la estrategia de cambio del grupo. La banca española se recupera de un 2012 fatídico y 2013 es todavía un año de convalecencia para poner un punto y aparte con la crisis. El traspaso de poder a una nueva generación es siempre un paso delicado. El grupo Santander acierta al apostar por el rejuvenecimiento como vía para reforzarse y afianzar su futuro.