Editorial: Los fondos buscan refugio seguro
La desconfianza en el futuro de la economía española está haciendo estragos en los depósitos bancarios. Durante el periodo comprendido entre junio de 2011 y junio de este año, empresas y particulares han retirado 60.000 millones, una cifra astronómica si se tiene en cuenta que este año el Estado destinará 38.000 millones a subsidiar el desempleo.
La crisis de Bankia, la escalada de la prima de riesgo y las dudas sobre el rescate han acelerado el trasvase de depósitos entre mayo y junio, periodo saldado con 21.000 millones. Las consecuencias de esta incontrolada fuga son múltiples, pero fatales en todos los casos.
El creciente escepticismo está propiciando que algunas de las multinacionales instaladas en España hayan optado por cambiar su estrategia de tesorería por razones de estricta prudencia, repatriando fondos de los bancos cuya solvencia ha sido puesta en tela de juicio por las agencias de calificación internacional. Si una gran corporación no se fía de la banca, bastión sobre el que se asienta cualquier economía de mercado, se puede colegir que tampoco del país. La alerta también alcanza a las familias, que entre mayo y junio pasados han retirado 13.000 millones para ganar disponibilidad.
La brusca salida de dinero ha acabado por generar a la gran banca otro problema colateral: la falta de liquidez. Las entidades ya no pueden acudir a la ventanilla salvadora del BCE para financiarse y los fondos obtenidos en las subastas celebradas hasta marzo se han dedicado a cubrir vencimientos y tapar deuda. La única salida que les queda para captar nuevos fondos es elevar las remuneraciones de sus depósitos. Una nueva guerra para captar pasivo ha comenzado entre la banca, esta vez con el visto bueno del Gobierno.